Hoy los adultos mayores del país celebran su día. En México suman más de 10 millones, y si bien algunos se encuentran en compañía de sus familias, hay otros tantos que están en situación de calle y algunos más permanecen en centros de atención especializada, también llamados asilos o albergues para ancianos.

Uno de los centros que atiende a los ancianos y que este día los celebra con una comida y un show musical es el Centro Gerontológico, Arturo Mundet, del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que en la actualidad atiende a 149 personas: 54 hombres y 86 mujeres, con edad promedio de 80 a 85 años.

En entrevista para Notimex, la directora de esta casa, Julieta Trejo Camacho, señala que el centro brinda atención integral a las personas desprotegidas y que así lo solicitan por propia voluntad, con servicios médicos, psicológicos y sociales, de alimentación, alojamiento, actividades recreativas y ocupacionales.

Como principales características de la población que alberga, detalla que ya no tienen familiares que se hagan responsables de ellos, además de que en la mayoría de los casos estas personas, como muchos de los mexicanos, no previeron su vejez en su proyecto de vida.

Casa Mundet cuenta con área de enfermería, con capacidad para 30 camas; una zona de “ambulantes” para hombres adultos mayores “funcionales”, es decir que puedan desplazarse por sí solos, para 45 personas; y el área de mujeres, con capacidad para 90; un auditorio; comedor y el área de dormitorios.

Actualmente en el centro habitan mujeres y hombres mayores de 60 años de edad y, de acuerdo con la funcionaria, la mayoría de los residentes son mujeres, lo que es una muestra de lo que pasa a nivel nacional, donde según datos del Censo de Población y Vivienda 2010 del INEGI, entre la población mexicana de esa edad, existe una relación de 87 hombres por cada 100 mujeres.

La casa Arturo Mundet es uno de los cuatro centros con que cuenta el DIF a nivel nacional. Los otros tres son la Casa Hogar Vicente García Torres, en Azcapotzalco, que atiende a 47 hombres y 76 mujeres; la Casa Hogar Olga Tamayo en Cuernavaca, Morelos, con 20 hombres y 37 mujeres; y la casa Los Tamayo, que aloja a 17 hombres y 27 mujeres.

De acuerdo con Trejo Camacho los residentes de esta casa pueden salir a realizar diversas actividades, desde convivencia con conocidos o algunos familiares, hasta laborales, pues hay quienes aún trabajan para solventar sus necesidades de vestimenta. Las salidas dependen de la funcionalidad de cada adulto mayor, aclara, pero hay quienes son acompañados por personal de la institución.

Como parte de las actividades lúdicas para estos adultos, abunda la directora, se organizan visitas a museos, salidas al teatro, paseos a Xochimilco, además de campamentos entre los que destaca la salida a Catemaco, Veracruz e Ixtapa Zihuatanejo, en Guerrero, así como “mini olimpiadas”, la celebración de cumpleaños cada fin de mes. Además de las celebraciones típicas como el 15 de Septiembre, Día de Muertos o Navidad.

Refiere que como parte del apoyo interinstitucional para atender a este sector de la población tienen vínculos con el Instituto Nacional de Geriatría, el Hospital General de México, el Instituto Nacional de Nutrición, y la Facultad de Odontología de la UNAM “para poder brindar una mejor atención”.

Respecto a la capacitación del personal que atiende a los adultos, explica que se lleva a cabo a través del programa Educación Continua del DIF, con cursos impartidos por el propio sistema y por otras instituciones.

Sin embargo, apunta que debido a que aún no cuentan con el personal y los espacios adecuados, si una persona llega con un problema severo de discapacidad -que de acuerdo con datos estadísticos oficiales a 2010 enfrentaban dos millones 078 mil 540 personas (más del 20 por ciento de la población)-, estos casos son canalizados a otras instituciones para su adecuada atención.

El tiempo promedio de residencia en la casa residen es de cinco años; y las principales enfermedades que padecen los adultos son diabetes e hipertensión, lo que coincide con los datos sobre salud de este sector, los cuales señalan que 33.5 por ciento de la población sufre de presión alta, y 16.8 por ciento de diabetes, en tanto que 11.6 por ciento sufre o ha sufrido depresión.

El proceso para poder ingresar a esta casa, desde la solicitud hasta la aceptación, lleva aproximadamente 45 días, lapso en el que se hace la entrega/recepción de la solicitud de ingreso, hecha por los familiares o por el propio adulto; estudios de laboratorio y gabinete, así como valoración médica psicológica y social.

La mayoría de las veces en el ocaso de la vida, tanto hombres como mujeres mayores de 60 años se quedan solos, por ello optan por vivir en este tipo de centros, donde encuentran la oportunidad de amar y ser amados, incluso hay casos en los que se conforman parejas que llegan a casarse por segunda o tercera vez.

En esos casos, el centro, con apoyo de trabajo social, hace los trámites ante el registro civil, se hace el traslado, un convivio e incluso se les asigna una habitación para matrimonios, a fin de respetar su relación, aquí “se crea una nueva familia para ellos, es para ellos su casa. Esa es la idea: que se les sigan respetando sus hábitos y costumbres”, destaca la directora del centro.

Además de convivir con gente de su edad, los adultos de este Centro Gerontológico también conviven con niños y jóvenes pues gracias al programa Adopta un Abuelo, Adopta un Nieto, que busca fomentar la convivencia entre diferentes casas asistenciales, menores y personas de la tercera edad se brindan cariño y compañía mutuamente.

En este contexto, y pese a la labor que se realiza en estos centros, Julieta Trejo considera que ante la situación de los adultos mayores en el país, la opción de destinarlos a los asilos debe ser la última, pues como familia se debe prever por estas personas y respetarlas, “que los queramos llevar a una institución que de verdad sea la última instancia”, sugiere.

En ese sentido, hace un llamado a la sociedad para fomentar una cultura de trato y respeto a los “abuelitos”, con programas como Escuela para Hijos, pues “nuestros adultos mayores son un gran tesoro, tienen muchísimo por enseñarnos”. Que realmente apreciemos tenerlos en casa y los cuidemos como se merecen, exhorta.