El Papa Francisco clamó el domingo por la paz en el mundo, en especial en Siria, en la península coreana, en Mali, en el Congo y en la República Centroafricana, Siria, las dos Coreas, así como en otros focos de violencia.

En su mensaje de Pascua, pronunciado desde el balcón central de la Basílica de San Pedro y ante más de 200 mil personas que abarrotaron tanto la plaza vaticana como las zonas aledañas, el líder católico repasó los principales conflictos violentos que azotan a la humanidad.

Solicitó acoger la resurrección de Cristo y dejarse renovar por la misericordia de Dios, permitiendo que la fuerza de su amor transforme las vidas de todos los seres humanos, impulse a custodiar toda la creación, haga florecer la justicia y la paz.

Instó a pedir a Jesús resucitado que transforma la muerte en vida, que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz.

Clamor por la paz
"Paz para Oriente Medio, en particular entre israelíes y palestinos, que tienen dificultades para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, con el fin de poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo", dijo, según la cita de Efe.

"Paz para Irak, y que cese definitivamente toda violencia, y, sobre todo, para la amada Siria, para su población afectada por el conflicto y los refugiados que esperan ayuda y consuelo. ¡Cuánta sangre derramada! y ¿cuánto dolor se debe causar todavía, antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis?", agregó.

Pidió la paz también para África, escenario de conflictos sangrientos: por Malí, para que vuelva a encontrar unidad y estabilidad; y por Nigeria, donde los atentados amenazan la vida de los inocentes y de niños que son siendo rehenes de grupos terroristas.

Llamó a la pacificación en el este la República Democrática del Congo y en la República Centroafricana, donde muchos se ven obligados a abandonar sus hogares y viven todavía con miedo.

Paz en Asia
El llamado más significativo fue a las dos Coreas, después de que el sábado Corea del Norte declaró el "estado de guerra" a Corea del Sur, en una nueva amenaza que genera una oleada de reacciones y llamados a la moderación para evitar una catástrofe nuclear en esa zona.

"Paz en Asia, sobre todo en la península coreana, para que se superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación", clamó, de acuerdo a la cita de Efe.

"Paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y la explotación inicua de los recursos naturales", exhortó.

"Paz a esta Tierra nuestra. Que Jesús Resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales y nos haga custodios responsables de la creación", apuntó.

El Papa evitó mencionar específicamente los problemas de América Latina, su región, aunque condenó muchos de los males que la azotan, entre ellos el tráfico de droga y de personas y sobre todo "la codicia" con sus consecuencias sociales.
Desde el balcón de la basílica el Papa impartió su bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad y al mundo) y pronunció su discurso.

Anunció la resurrección de Cristo, que la Iglesia celebra el domingo de Pascua, y agradeció poder llegar a todas las casas y a todas las familias gracias a los medios de comunicación, en especial allí donde hay más sufrimiento, en los hospitales y en las cárceles.

Días de esperanza
Aseguró que gracias a la resurrección hay esperanza para ellos, ya no están bajo el dominio del pecado y del mal, porque ha vencido el amor y ha triunfado la misericordia.

"¿Qué significa que Jesús ha resucitado? Significa que el amor de Dios es más fuerte que el mal y la muerte misma, significa que el amor de Dios puede transformar nuestras vidas y hacer florecer esas zonas de desierto que hay en nuestro corazón", sostuvo.

"Jesús no ha vuelto a su vida anterior, a la vida terrenal, sino que ha entrado en la vida gloriosa de Dios y ha entrado en ella con nuestra humanidad, nos ha abierto a un futuro de esperanza", explicó.

La Pascua es el éxodo, el paso del hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la libertad del amor y la bondad, porque Dios es vida, sólo vida, y su gloria es el hombre vivo.

Según el Papa Cristo murió y resucitó una vez para siempre y por todos, pero el poder de la resurrección, este paso de la esclavitud del mal a la libertad del bien, debe ponerse en práctica en todos los tiempos, en los momentos concretos de la vida, en la vida cotidiana.

"Cuántos desiertos debe atravesar el ser humano también hoy. Sobre todo el desierto que está dentro de él, cuando falta el amor de Dios y del prójimo, cuando no se es consciente de ser custodio de todo lo que el Creador nos ha dado y nos da", constató.

"Pero la misericordia de Dios puede hacer florecer hasta la tierra más árida, puede hacer revivir incluso a los huesos secos", estableció.

Apretada agenda
El exarzobispo de Buenos Aires, de 76 años, cumplió una cargada agenda en la primera Semana Santa que preside desde el Vaticano, durante la cual ilustró con sencillez los puntos clave del mensaje de Cristo, su opción por los pobres y la necesidad de una Iglesia más humilde.

Francisco, que el domingo volvió a darse un baño de multitudes, saludó a cada uno de los cardenales que asistieron a la misa de Resurrección y recorrió en un jeep blanco la plaza para abrazar fieles y acariciar enfermos congregados en la plaza, que estaba decorada con 40 mil flores donadas por Holanda.

Pasada la Semana Santa, el nuevo Papa deberá comenzar a trabajar en la reforma interna de la Curia Romana, lo que podría significar una suerte de revolución pacífica después de las críticas y polémicas que han desacreditado en los últimos años a la milenaria institución.

Con pequeños gestos y grandes palabras, el Papa inició una serie de cambios, entre ellos la sorpresa este domingo de no desear "Buena Pascua" en 65 idiomas como lo hacían sus predecesores y como estaba previsto.