El papa Francisco llamó el lunes a la paz y la reconciliación en la dividida península coreana, poniendo fin a un viaje de cinco días a Corea del Sur y a la primera visita papal a Asia en 15 años.

Antes de una misa en la Catedral de Myeongdong, en Seúl, Francisco oró con un pequeño número de "mujeres de confort", que fueron obligadas a trabajar como esclavas sexuales para los soldados japoneses que ocuparon el país antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

Un grupo de desertores de Corea del Norte y familiares de surcoreanos secuestrados por Pyongyang fueron invitados a la misa, a la que asistió la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye.