Nadie se duerme en la misa.
“¡Qué fácil es tener una iglesia en donde sólo vemos a la gente sentados en los templos!”, dice Raúl Vera en la homilía en el estacionamiento de la Unión de Vendedores Ambulantes 28 de Octubre.
Los vendedores decoraron el altar con flores, y en el momento de las ofrendas durante la celebración eucarística los vendedores llevan pan y fruta al altar improvisado.
Formado en la orden de los dominicos, el obispo Vera no es dado a la solemnidad; viste su atuendo sacerdotal y fustiga el “cristianismo” de feligreses sentados en la bancas pero complacientes con la injusticia y que son cómplices de ellas.
Ante el silencio de la iglesia diocesana en Puebla sobre el tema de los derechos humanos la voz de Vera suena fuerte y profética. Pero tampoco las denominaciones religiosas cristianas han alzado la voz como hizo este domingo en el Hidalgo, el obispo de Saltillo.
La semana pasada, pandilleros intentaron desalojar a los vendedores de la 28 de Octubre. En los puestos se leen cartulinas denunciando a los pandilleros y pidiendo la libertad de Simitrio.
En las primeras filas de la misa se encuentra la señora Rita Amador, esposa de Rubén Sarabia, Simitrio.
Atrás del altar se observa la simbología política de la agrupación de vendedores. Imágenes de Marx y de Lenin. Pero esa referencia ideológica no intimida la celebración eucarística. Y tampoco llama la atención de los clientes del mercado que circulan por los pasillos con sus bolsas del mandado, en uno de los mercados más concurridos de la ciudad.
En un segundo plano, atrás de un crucifijo en el altar, se alza una estrella roja de la Unión de Vendedores Ambulantes.
Si se camina unos cuantos pasos se van difuminando los cánticos religiosos y la voz del sacerdote mezclándose con los gritos de los vendedores que en los pasillos de los mercados ofertan sus mercancías.
Con gestos enfáticos, en la homilía el obispo Raúl Vera, señala que no es cristiano quien se sienta únicamente en las bancas de un templo sino quien practica la justicia: “Hermanas y hermanos, bendito sea Dios, que hemos escuchado la palabra de Dios en estas circunstancias porque la entendemos clarita. Cuando creemos que la iglesia nada más es para estar en los templos. Y también en los templos es en donde se ve si somos cristianos o no. Pues no. Si tenemos a la iglesia plantada en toda la sociedad, a los cristianos en sus fábricas, a los cristianos en sus trabajos, a los cristianos en los campos es cuando se nota quién está actuando como cristiano. En la iglesia no se ve eso. Eso se ve en la calle, hacia afuera, sino qué fácil”.
El obispo Raúl Vera se mueve entre las primeras sillas de los asistentes a la misa y cuestiona la manera en que los cristianos practican el evangelio: “Se dice que es cristiano practicante porque bautiza a sus hijos y va al templo. Pues no —alza la voz el sacerdote—; es cristiano practicante el que no comete injusticias, el que no se aprovecha de un puesto público para dañar a un montón de personas.
”El papa nos dice que veamos a la iglesia afuera en la sociedad, ahí es donde se ve, si somos fermento de vida, o si somos unos hipócritas que ocultamos la verdad”.
El obispo de Saltillo, ante los vendedores ambulantes, insiste en que la única manera de ser cristiano es practicar la justicia: “Creemos que porque hacemos actos de culto, ya la hicimos.


”Cristo nos va a juzgar por lo que hicimos allá afuera. Hoy no podemos decir yo cumplí con el evangelio porque a todo el que me pidió un taco se lo di. 

 

 

”Pero ese que pide un taco es vendedor ambulante, el que echaron fuera de su tierra, y llegaron y lo sacaron para poner el proyecto de un gasoducto,

 

pero qué hiciste para que no lo sacaran de allá, qué hiciste para que pudiera vender ese muchacho Eso es lo que significa tuve hambre y me diste de comer. No callado y siendo cómplice de las injusticias. Porque le di un taco o por lo que le di una camisa ya soy cristiano. Hoy vamos a entender lo que es ser cristiano nosotros como pastores tenemos que ser cristianos. Yo soy un pastor cristiano si no oculto la verdad. Si yo estoy al tanto de cómo sufre la gente aquí afuera”.
Vera recuerda lo que significa el juicio final, el olvidar al hambriento y al que padece injusticia, el ser cómplice del poder y de la opresión.
Una vez que termina la misa se quita el altar y el sacerdote se desprende de su vestimenta religiosa. Minutos después, el sacerdote les habla a los vendedores y a la gente congregada sobre la necesidad de participar en la Constituyente ciudadana y popular para crear una nueva constitución, proyecto abierto para todas las confesiones religiosas o no, y con el propósito de crear un nuevo orden social.
Luego de las palabras sobre la constituyente ciudadana y popular, se le acercan al sacerdote, activistas con distintas peticiones.
Vera se despide de los vendedores anunciándoles que irá primero al penal de San Miguel y luego al penal de Cholula.
El sacerdote se dirige al estacionamiento y toma un coche compacto para visitar a los presos, como señala el evangelio.