En punto de las 2 de la tarde de este 1 de noviembre, con una campanada del templo de San Francisco, inicia la conmemoración de Temporada de Muertos en la localidad de Huaquechula, la más afamada de Puebla a nivel nacional e internacional.
Las ofrendas blancas y monumentales que se instalan, han tomado gran fama desde 1997 consideradas como Patrimonio cultural del Estado de Puebla.
A esa hora se abren a la vista de las ofrendas a vecinos y miles de turistas, tradición arraigada.
Este año, en Huaquechula se han instalado 28 ofrendas que corresponden al registro del número de personas que perdieron la vida desde noviembre de 2014 a la fecha.
El municipio se calcula es visitado por unas 35 mil personas tanto de procedencia nacional como extranjeros que dejan, según las autoridades municipales, una derrama económica de un millón de pesos en un solo día.
Pero los moradores de las viviendas ofrecen por tradición chocolate de agua y pan a los visitantes, además se les invita a comer mole y pipián.
En este municipio cada año se colocan altares u ofrendas a las personas que fallecieron en el año, donde los deudos abren sus puertas para que puedan ser apreciados por familiares, vecinos, amigos y turistas.
Llegan a invertir desde 9 mil pesos hasta 90 mil pesos dependiendo del material con que se fabrica desde una semana antes.
Sin embargo, ahora la crisis y falta de fe, ha hecho que otras 20 familias cuyos familiares perdieron la vida en este año, no pongan ofrendas, algunos por falta de dinero, otros por no profesar la religión católica.
Huaquechula se ubica a poco más de una hora de la capital del estado, en la región mixteca. Los interesados pueden tomar la carretera federal Puebla-Izúcar de Matamoros, llegar a la altura de la población de Champuzco y desviarse a la derecha para entrar al poblado.
Eugenio Reyes Eustaquio, conocido fabricante o instalador de ofrendas de la región, afirmó que cada año crecen más el número de ofrendas piratas en la zona, debido en gran `parte por la crisis financiera de las familias.
“La competencia de amigos, van copiando haciendo lo que pueden, desgraciadamente lo hacen mal, aunque por la crisis se vale, se vale, por ejemplo no ponen las telas con los pliegues necesarios”, explicó.
Para abaratar la colocación de un altar, hay gente que pide prestados varios utensilios a familias que años atrás han puesto ofrendas, como son las figuras de ángeles o los maderos.
“Los pliegues son el desarrollo de la vida, ya lo corrugado es la luz y sombra, el bien y el mal”, dijo el artesano quien lleva más de 30 años en la colocación de altares en Huaquechula.
Reconoce que los costos de los monumentales altares –que llegan a medir hasta tres metros- es muy alto, por lo que mucha gente prefiere hacerlos un poco más pequeños sin lo necesario o tradicional, para ahorrase dinero. 
La ofrenda
La ofrenda es un conjunto de elementos que se le ofrecen al ánima y que en vida fueron de su agrado.
Así se colocan desde cualquier pan, hojaldras, chocolate, mole, tamales, frutas y dulces de la temporada; incluso música u otros de sus gustos como cigarros  o licor.
Existen tres tipos de altares y ofrendas: nueva, vieja y al “anima sola”. El altar y ofrenda nueva se hace en honor de las personas que murieron durante el año previo a la fecha de inicio de la celebración.
Este tipo de ofrenda es colocada en un altar de aproximadamente tres metros de altura y tres de ancho. Su elaboración y arreglo implican grandes gastos para las familias, la movilización de sus parientes, deudos y amigos más cercanos.
El altar de ofrenda nueva está compuesto de tres pisos, los que de acuerdo con la tradición, el primer piso significa la vida en la tierra, por lo tanto en este nivel se coloca la ofrenda de la comida y objetos que fueron del agrado del difunto o que empleaba en su trabajo.
También puede ser colocada la representación de un ataúd, además es colocada la fotografía del difunto a veces mirando hacia un espejo (lo cual permite, dar profundidad al diseño del altar).
El segundo piso representa la unión de lo terrenal con lo divino. En el tercer nivel se representa lo divino. En este último se coloca una imagen religiosa o crucifijo, generalmente con una copa de vino de consagrar cubierta con la hostia.
Todos los altares son de satín blanco y sobre las orillas están usualmente adornados con papel dorado. Los altares cuentan con pequeñas esculturas de ángeles, algunos llorando en señal del duelo de los familiares.
El altar y ofrenda vieja se dedica a las personas que murieron años atrás pero aún se les espera las cosas que en vida les gustaron. En este caso, la ofrenda se prepara con alimentos cocinados, frutas y flores, y es destinada a una o más personas.
La ofrenda al “anima sola” se dedica a aquellos difuntos que murieron hace mucho tiempo y con los cuales la población ha perdido un contacto genealógico.
Para celebrarlos, en las calles del pueblo se construye un nicho de madera o de ladrillo, en donde se coloca una veladora, un vaso con agua y flores.
El altar es la estructura que se arma con tablones y cajones de madera, de acuerdo a las posibilidades económicas de la familia y de la creatividad del compositor de la ofrenda.
Las ofrendas son impresionantes estructuras que llegan a medir hasta 3 metros de altura revestida por una brillante tela llamada satín que puede ser blanca o de color azul cielo, verde limón, azul turquesa, o rosa mexicano pero nunca color negro.
Tachuelas o alfileres sirven para dar forma a los abultados pliegues, logrando caídas suaves.
Cada nivel de la estructura está marcado por cartulina troquelada, delineando figuras de herrería llamadas bárrales de muertos, que le indican a las ánimas el camino a seguir que se conforma con tres niveles los cuales son los siguientes:
La espera
Las familias con  ofrenda nueva preparan todo para recibir al ánima a las 14:00 horas de 1 de noviembre, cuando tocan las campanas de la iglesia en señal de que es el momento de salir a recibir a las ánimas de los difuntos.
Los familiares salen de la casa y forman un camino de pétalos de flor de cempasúchil, rociado con agua bendita, aromatizando el ambiente con un sahumerio con copal. A los niños generalmente se les espera con flores blancas.
Después de la llegada del ánima se procede a recibir a los visitantes que llegan a la casa. Los amigos y familiares que tuvieron una relación estrecha con el difunto entregan una vela sencilla, labrada o adornada con un ramo de flores de tela.
A cambio se les invita a pasar a comer un poco de mole con arroz, tortillas y agua de sabor o refresco; si la visita es por la tarde o por la noche ofrecen chocolate o pan.
La conmemoración de los habitantes de Huaquechula en Días de Muertos es la expresión del deseo e intención de propiciar el regreso de las ánimas, de ir a su encuentro y celebrar dignamente su llegada.
La presencia del ánima se materializa en rituales que lo acercan y unen con los vivos; siendo ésta la consecuencia de mayor trascendencia del despliegue de recursos y energía realizado en los Días de Muertos.
Hay que tener en cuenta que ante todo esta celebración es un ritual sagrado que representa para todas estas personas un encuentro con sus seres queridos que han dejado de morar en esta fase terrenal.
Por lo tanto el ayuntamiento de Huaquechula recomienda a todos los turistas o visitantes participar respetuosamente de todo este ritualismo cultural tan sagrado para la gente de aquella parte de Puebla.
Significados de altares
Primer nivel
Representa el mundo terrenal.- en este nivel se coloca el rosquete, pan de muerto, pan de agua o blanco, la hojaldra, la cera, el agua, una fotografía del difunto, incienso y copal, flor de zempaxichitl o flor de muerto.
Segundo nivel
Representa la unión del cielo con la tierra o lo humano con lo divino.
Tercer nivel
Representa el cielo o la máxima divinidad y esta siempre es representada con una cruz.
¿Dónde está?
Huaquechula colinda con el noreste con Atlixco y es la cabecera municipal. Desde la ciudad de Puebla se llaga a través de la “Vía Atlixcáyotl” o por la carretera federal; de ahí se continúa por la libre a Izúcar de Matamoros y posteriormente se toma el camino pavimentado hacia Cacalosúchil que conduce a esta comunidad.