En el marco del Día Nacional del Maíz en México, los investigadores, Miguel Ángel Damián Huato (BUAP) y Víctor M. Toledo (UNAM), acompañados de Víctor Suárez Carrera (ANEC) y Arnulfo Melo Rosas (Productor), presentará su más reciente obra: “Utopística agroecológica. Innovaciones campesinas y seguridad alimentaria en maíz”.

La cita es este jueves 29 de septiembre de 2016 a las 18 horas en el Patio Jacaranda del Museo Nacional de Culturas Populares (Avenida Hidalgo 289 Col. Del Carmen, Coyoacan, Ciudad de México).

Ahí los presentadores y la moderadora Adelita San Vicente Tello hablarán de las ventajas del uso de las tecnologías campesinas –agroecológicas— en el manejo de maíz, mismas que no se reducen a mayores rendimientos por hectárea. 

Está demostrado que estos sistemas agroecológicos prestan distintos servicios ambientales a la humanidad mediante la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero, la conservación de la biodiversidad y la protección de recursos hídricos. Además, gracias a la milpa se ha conservado el material genético de las diferentes especies de maíz.

En la obra se propone una metodología para lograr la seguridad alimentaria en el consumo de maíz que comprende las siguientes etapas:

  1. Estima la seguridad alimentaria de los productores de maíz.
  2. Evalúa el empleo de las tecnologías modernas y campesinas aplicadas en el manejo del maíz.
  3. Identifica a los maiceros con mayor potencial productivo.
  4. Caracteriza el patrón tecnológico que utilizan los productores de mayor potencial productivo.

La efectividad de esta metodología se probó en dos municipios del estado de Puebla. Con este fin, en la evaluación se entrevistaron a 60 maiceros de Cohetzala y 77 de San Nicolás de los Ranchos.

En un inicio se comprobó que el 85 y 43% de los productores de Cohetzala y San Nicolás de los Ranchos, respectivamente, carecen  seguridad alimentaria. También se identificó que en el manejo del maíz, interaccionan innovaciones modernas y campesinas, imperando las segundas, debido a que éstas son más económicas y se adecuan a las condiciones en que producen y viven los maiceros.

Otro punto señalado es que no hay una relación directa entre el uso de tecnologías modernas y rendimientos, pero si entre éstos y el uso de tecnologías campesinas, tales como semilla criolla, asociación y rotación de cultivos, aplicación de técnicas de conservación de suelos y aguas, así como de estiércol como abono orgánico. 

Por ello y para identificar a los maiceros según su potencial productivo, se agruparon en bajos, medios y altos rendimientos, hallándose que 29% y 30% de ellos son de alta productividad en Cohetzala y San Nicolás de los Ranchos, de forma respectiva, encontrándose que la forma de manejo del maíz y condiciones de vida, son similares con los productores de baja y media productividad.

Si se transfiere la forma en cómo manejan el maíz los maiceros de alta productividad, se pueden acrecentar los rendimientos en 91 y 24% para los productores de baja y media productividad en Cohetzala y en 157 y 38% para productores de baja y medio potencial productivo en San Nicolás de los Ranchos. De este modo, estos productores pueden conseguir la seguridad alimentaria.

En las últimas décadas, se ha supuesto que el uso de las tecnologías modernas son las que pueden garantizar el incremento de la productividad en el cultivo del maíz de temporal y, por ello, se ha insistido en el uso de ellas; sin embargo, ello es falso. En el país, el rendimiento del cultivo de maíz de temporal de 1980 a 2010 apenas aumentó 650 kilogramos con tecnologías inducidas por el modelo agroindustrial, lo que equivale a un a 0.82 por ciento al año y 25 por ciento en total.

El paquete tecnológico que propone el Inifap sólo se usa en 25% en el municipio de Cohetzala, ubicado en la Mixteca poblana, una de las razones es que la cantidad que piden de fertilizante químico es incosteable para los campesinos, entre otras cosas, porque propone una fecha de siembra que para este municipio no corresponde con la realidad. En Tlaxcala, el uso del paquete del Inifap es del 38.4 por ciento.

Ante este panorama, los investigadores proponen: 

  • Identificar por Distrito de Desarrollo Rural (DDR) a los maiceros de alta productividad.
  • Promover la transferencia y aplicación del paquete tecnológico utilizado por los productores de alta productividad, el cual –según los resultados de esta investigación— seguramente revalorará el uso de las técnicas campesinas, como la conservación de suelos, rotación y asociación de cultivo y uso de composta orgánica.
  • Un aspecto fundamental de esta propuesta es la producción de composta, que por un lado, mejoraría el potencial productivo del suelo y, por otra parte, como cadena productiva representaría una gran oportunidad para la creación de empleos.
  • Otros investigadores (Pretty et al., 2011) han encontrado en otros países, que cuando se utilizan las tecnologías campesinas en el manejo de los cultivos, el rendimiento medio se ha multiplicado por 2.13 durante un período de 5 a 10 años. Por ello,  Usando las innovaciones campesinas –como la milpa y el abono orgánico--, aunque sin descartar las modernas, pero con preponderancia de las primeras, se podrían duplicar los rendimientos de este cultivo en 10 años.
  • Evitar la entrada de transgénicos porque no está probado si hace o no daño, además de que al cruzarse con las variedades criollas, afectará el proceso evolutivo milenario del cultivo.

La importancia del maíz de temporal para México

  1. En México, el 82 por ciento de la siembra de maíz es de temporal, es decir, 6.1 millones de hectáreas.
  2. De acuerdo con el censo agrícola del 2007, de 5.3 millones de unidades campesinas, el 40 por ciento son para autoconsumo, a través de la milpa, es decir 2 millones de unidades.
  3. El maíz es el cultivo más relevante en México porque: a) se cosecharon 7.5 millones de toneladas, 34 % del área total sembrada (21.9 millones) y 74 % de la ocupada con cultivos cíclicos de temporal, generando una producción de 22 millones de toneladas con un rendimiento unitario promedio de 3.19 toneladas (Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera [siap], 2012); b) es la principal actividad de 3.8 millones de unidades económicas campesinas, 37 % del total nacional (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 2009); c) constituye una materia prima esencial de distintas cadenas productivas: las industrias de la masa y tortilla, de frituras, de alimentos balanceados, de botanas y de algunas industrias químicas que elaboran jarabe alto en fructosa, bioetanol, aceite comestible, bebidas alcohólicas y ácido láctico (Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México y Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, 2006).

Sobre los autores

Miguel Ángel Damián Huato nació el 15 de abril de 1951en Chilpancingo, Guerrero. Es Ingeniero Agrónomo de la Universidad Autónoma de Guerrero. Es Maestro en Desarrollo Rural de la Universidad Autónoma Metropolitana y Doctor en Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional del Colegio de Posgraduados Campus Puebla.

Actualmente es Profesor-Investigador Titular “A” Tiempo Completo del Departamento de Agroecología y Ambiente del Instituto de Ciencias de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. 

Cuenta con las siguientes distinciones

  • Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 2: 2016-2019.
  • Perfil PRODEP: 2015-2018.
  • Miembro del Padrón de Investigadores de la BUAP: 2007-2011 y 2012-2016.
  • Evaluador de CONACYT. Registro CONACYT de Evaluadores Acreditados (RCEA) en el Área 5 “Sociales y Económicas.” Registro Núm. RCEA-05-17121-2009.
  • Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2011, en el Campo Alimentos y Agroindustrias dentro de la Modalidad Científica-Tecnológica. Consejo de Ciencia y Tecnología del estado de Puebla. 
  • Miembro del padrón de consultores de la DITCo-BUAP 2014-2018. 

Víctor Manuel Toledo Manzur nació en la Ciudad de México en 1945. Realizó sus estudios profesionales cursando la carrera de Biología en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. 

Su sólida formación en biología y ecología le han permitido hacer contribuciones sobresalientes en el campo de la etno-biología y etno-ecología, siendo uno de los pioneros de este campo en México y uno de los líderes académicos en el área en el ámbito mundial. La etno-ecología constituye su principal preocupación académica. Este es el campo sobre el que versó su tesis doctoral (La Apropiación Campesina de la Naturaleza: un Análisis Etno-ecológico) y sus valiosas aportaciones teóricas sobre las relaciones entre las culturas indígenas y la naturaleza le han valido un reconocimiento internacional como uno de los principales teóricos de este campo en el mundo.

Es Doctor en Ciencias por la Facultad de Ciencias de la UNAM, es miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1985 (Investigador Nacional Nivel III). 

Investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha trabajado en las áreas de ecología tropical, etno-ecología, conservación, desarrollo sustentable, ecología política y manejo de recursos naturales de México y Latinoamérica. Su principal área de interés es la relación entre las culturas indígenas y la biodiversidad. Ha publicado más de 200 trabajos de investigación y divulgación incluyendo 12 libros y 40 artículos científicos arbitrados. Sus publicaciones han recibido más de 500 citas a nivel internacional.

Entre sus libros destacan: Ecología y Autosuficiencia Alimentaria (1985); La Producción Rural en México: alternativas ecológicas (1989), México: diversidad de culturas (1995), La Paz en Chiapas: ecología, luchas indígenas y modernidad alternativa (2000), La Modernización Rural de México: un análisis socio-ecológico (2002) Ecología, Espiritualidad, Conocimiento (2003), y con Martí Boada, El Planeta es Nuestro Cuerpo (en prensa por el Fondo de Cultura Económica)