El Premio Planeta de Novela fue ganado por la escritora española Dolores Redondo, quien es ampliamente reconocida por su obra “Trilogía del Baztán”, en el marco de la edición 65 del galardón referido.
De esta manera Dolores Redondo accedió al premio por su novela “Todo esto te daré”, la cual se desarrolla en la Ribeira Sacra de Galicia y habla sobre la codicia.
Cabe mencionar que la ganadora del Planeta, dotado de 601 mil euros (659 mil dólares), se presentó con el seudónimo de Jim Hawkins y el título ficticio de su obra era “Sol de Tebas”.
Durante la gala para la entrega del galardón, presidida por los reyes Felipe IV y Letizia, Redondo agradeció al jurado haber hecho un sueño real, “un sueño que he acariciado desde la adolescencia”.
Indicó que “no es la primera vez que me presento al Premio Planeta, y anteriormente, al ver la entrega del premio en la televisión, soñé que era yo la ganadora”.
La escritora, nacida en San Sebastián en 1969, señaló que su novela habla sobre la codicia y los que se alían en torno a ella, pero también de la búsqueda de la verdad y contra la impunidad, amor, de secretos entre la pareja y sobre la amistad.
La novela ganadora parte de un supuesto accidente de tráfico que lleva a un afamado escritor a descubrir la doble vida de Álvaro Muñiz de Dávila, y a aflorar, junto con un guardia civil retirado y un cura amigo del fallecido, los más oscuros secretos de una familia de rancio abolengo.
El jurado del premio Planeta, que seleccionó la novela de Dolores Redondo entre las 552 obras presentadas este año, estuvo integrado por Alberto Blecua, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs, Fernando Delgado y el editor Emili Rosales.
El finalista de este premio literario, considerado uno de los mejores dotados del mundo, fue para el madrileño Marcos Chicot, por la novela “El asesinato de Sócrates”, con una dotación de 150 mil 250 euros (unos 165 mil dólares).
Chicot, quien ya había ocupado antes el cuarto lugar en la concesión del Premio Planeta con “El asesinato de Pitágoras”, aseguró que su libro recrea un mundo riguroso para ir por la Acrópolis, el Partenón, el Oráculo de Delfos y acompañar a Sócrates al Gran Teatro de Atenas, y ver cómo se celebraban entonces los Juegos Olímpicos.