San Juan Ixcaquixtla, municipio localizado al sur del estado de Puebla, se niega a que la modernidad vulnere sus tradiciones, las fuerce a desvanecer ante la mirada atenta de sus pobladores, hombres, mujeres de todas las edades.

Éstos defienden lo suyo, herencia que depositan en la fe de sus hijos, como antes lo hicieron padres y abuelos, generaciones basadas en tiempos cuando la palabra valía más que los actos, junto al respeto por quienes no han muerto sino tomando camino tal como nosotros lo haremos: la única certeza, su gente lo sabe, es la muerte.

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Ixcaquixtla vive la época de Todos Santos defendiendo la avenencia con quienes físicamente han partido, hombro con hombro, al interior del Panteón Municipal, espacio que recibe a los pobladores con la premisa de no olvidar, de saberse presentes al calor de la tierra.

A poco más de dos horas y media de camino desde la ciudad de Puebla, dicho municipio externa su respeto por los fieles difuntos como si el tiempo no pasara, detenido entre tumbas y paredes derruidas; junto a lápidas y cempasúchil, flores y velas encendidas.

Llegar al Panteón Municipal solo se logra mediante terracería, sin autopistas que diseñen caminos, para hallarlo ardiendo de luces, dejando por algunas horas la falta de luces, ahuyentando sombras.

Ahí, dividido en dos grandes partes, el camposanto recibe a los familiares de quienes custodia, eternidad que Todos Santos suspende para permitir que vivos y muertos rompan esta línea que nos divide y al mismo tiempo nos une.

En medio de la noche, cada emoción se mezcla: es alegría tatuada en la pena; recuerdos que únicamente apuntan a sepulcros, entre tanto, sonrisas quedan esbozadas para luego irse con el frío.

De esta manera avanza lo que se conoce por los habitantes como la “quema de cera”, en la cual participan desde niños hasta quienes la edad se los permite, en eso radica la tradición por los fieles difuntos.

Ojos extraños, ojos intrusos

Una característica de la gente de San Juan Ixcaquixtla en Todos Santos es la apropiación del espacio, del Panteón Municipal en estas fechas de guardar.

En este sentido, quienes pasan la noche ahí ingresan en un estado de vigilia que se suspende ante la presencia de extraños; ellos lo saben, los identifican.

Si bien en los camposantos de la capital del estado abundan las prisas y conglomeraciones, en Ixcaquixtla la serenidad es fundamental, pues nadie duerme, ni los menores siquiera.

Por ello, el ambiente religioso se mantiene en cada espacio, así queda definido por las expresiones y ademanes, de las manos, olores, textura del alimento, sollozos que solo el mexicano entiende por la gracia de la muerte.