Recientemente, demasiadas cosas son millennials. El término, ahora añade un aire cosmopolita a nuestras conversaciones y, de cierto modo, parece existir un consenso sobre su significado, sin embargo, ciertas características no quedan siempre claras: ¿Qué podemos llamar millennial?, ¿Se trata de conglomerado de individuos u objetos con rasgos definidos? Además, dado que es una palabra extendida ampliamente por el mundo anglosajón, ¿puede su sentido ser influenciado por los ámbitos locales?

El término tiene su origen en la obra estadounidense de 1997 “El ascenso de los Millennials, la nueva generación”, de Neil Howe y William Strauss. Según The New York Times, se les puede considerar así a las personas nacidas entre los años 1981 y 1996, quienes han sido caricaturizados por los medios de comunicación como seres ampliamente adaptados a las innovaciones tecnológicas, incapaces de vivir sin una conexión a internet, irresponsables, con carente voluntad para independizarse, egocentristas y preocupados por el medio ambiente, entre muchas otras peculiaridades.

Llama significativamente la atención un artículo publicado en El Clarín, donde se apunta que esta podría ser considerada la primera generación global, puesto que “no existen diferencias entre países y todos los jóvenes occidentales pueden identificarse con los mismos valores”. Sin embargo, lo millennial tiende a obviar las particularidades culturales, económicas, sociales, étnicas y de género de aquellos grupos que pretende describir, por lo que, precisamente, en el mundo globalizado es indispensable tomar en serio las palabras de Armand Matterlart cuando advierte que “no hay cultura sin mediación, no hay identidad sin traducción. Cada sociedad retranscribe los signos transnacionales, los adapta, los reconstruye, los reinterpreta, los 'reterritorializa', los 'resemantiza'”.

Una investigación para la revista Nexos, conducida por un grupo de consultores políticos, titulada “¿Son millennials los jóvenes millenials mexicanos?”, trató de dilucidar si es posible incluir dentro de esta categoría al sector juvenil del país y, de ser así, cuáles son sus principales rasgos. Dentro de sus resultados afirmaron que los “supuestos” millennials en México “nacieron endeudados; inmersos  en conflictos de otras generaciones. Se caracterizan por la preocupación del medio ambiente y la reivindicación de los derechos de la diversidad sexual. Viven un mundo donde la globalización, la comunicación y el conocimiento se construye en las redes e interactúan mediante las tecnologías”.

Aunque el documento es una acertada referencia, dada la carencia de estudios sobre la materia, como en la mayoría de acercamientos de este tipo, se tiende a desvanecer un factor determinante en México: la desigualdad. Según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) un 42.9% de los jóvenes de entre 15 y 29 años viven en situación de pobreza, quienes carecen de una buena alimentación, servicios educativos de calidad, vivienda y protección social. Además, aunque la mitad de ellos cuentan con un empleo, el salario percibido no es suficiente para cubrir las necesidades básicas, por lo que la experiencia de “ser millennial” puede ser muy diferente para cada sector, sumado a otros factores relacionadas con el territorio, el género y el grupo étnico que, como se mencionó con anterioridad, son imprescindibles.

Pero, ¿podrían los llamados millennials generar una nueva subjetividad? Aunque de momento, cualquier afirmación es aventurada, la juventud en México ha sido impactada en el último lustro por fenómenos como el desempleo, los feminicidios, las desapariciones forzadas, el aumento de la delincuencia, la diversidad sexual, la migración, así como un cercano cambio de gobierno, temas que ya han sido incluidos en la agenda y que, si bien usarán como escaparate las redes sociales, esperemos que sus implicaciones rebasen por mucho el simple uso de un smartphone.