El Viacrucis Angelopolitano volvió a latir con fuerza inusitada en la Angelópolis por tercera ocasión después de que desde el siglo XVII dejó de matizar las calles del corazón de Puebla. El Obispo auxiliar de la Arquidiócesis Felipe Pozos Lorenzini en compañía de miles de cristianos, el regidor Enrique Guevara Montiel, además del impulsor de devolver la mítica tradición a las calles, el perito del INAH, Sergio Vergara Berdejo comenzó a caminar desde el templo de San Francisco hasta El Calvario.

Las oraciones, acompañadas con las imágenes de la Virgen de los Dolores, Padre Jesús de Analco, el Señor de las Maravillas (en replica mediana al tamaño real) y una Cruz por momentos cargada por representantes de medios de comunicación partieron del templo franciscano a la zona de El Calvario para santiguarse en cada una de las capillas y rezar las plegarias para ponerse a mano con Dios.

El arzobispo Víctor Sánchez Espinoza, minutos antes al interior del templo del Beato Sebastián de Aparicio conminó a los fieles que colmaron a vivir la Semana Santa como ciudadanos ejemplares para comenzar a reforzar el trabajo que ya se viene desarrollando en la recomposición del tejido social.

Fue en 1606 cuando la orden de los Franciscanos comenzó con la ayuda de la Tercera Orden y los devotos de la Angelópolis la construcción de Viacrucis en las faldas del Cerro de Belén integrado por 14 capillas, una de ellas ya destruida, la que se encontraba en lo que ahora es la 14 Oriente.

Los automovilistas y microbuceros calmaron sus ansias, abrieron paso a la procesión. El silencio se adueñó de la Puebla añeja, en la zona donde ocurrió la primera fundación de la Angelópolis, únicamente se escuchaban los rezos y cánticos para rendir pleitesías al creador del universo, a su hijo, Jesucristo y a la Virgen María.

El “nutrido” grupo de creyentes con el Obispo auxiliar Felipe Pozos en El Calvario recorrieron cada una de las capillas para seguir el camino de la pasión de Jesucristo en su pasión.


Los Padres Nuestros y las Aves Marías también fueron rezados por pobladores humildes de los Barrios de Xanenetla, Xonoca, Analco, San Antonio y El Alto. El fervor no desentonó con las imágenes de la Virgen de los Dolores y Padre Jesús, la Puebla fervorosa, cristiana y tolerante resurgió como la resurrección de Jesucristo.

Niños, jóvenes y ancianos no ocultaron el fervor que ha distinguido a la Puebla milenaria, premiada con la visita de San Juan Pablo II en la década de los 70’s, la ocasión fue épica porque un Franciscano, al igual que los fundadores de la Angelópolis caminó la senda del Viacrucis en silencio como lo ordena su orden.

Los cristianos que participaron, comulgaron y caminaron la senda, al concluir la celebración recibieron la bendición y la indulgencia plenaria abalada con la firma del Papa Francisco.