Al celebrar la ceremonia del Lavatorio en Catedral, el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa pidió a los católicos que aprendan a pedir perdón y vean el signo de humildad de Jesús que lavó los pies a sus apóstoles, e indicó que aplicar las enseñanzas llevarán a una mejor sociedad en los tiempos difíciles donde la iglesia mantiene su tarea misionera.

Durante la ceremonia del Lavatorio, que forma parte de los oficios del Jueves Santo, el arzobispo lavó los pies a doce ancianos del asilo de Santa Inés como una muestra de humildad y llamó a los católicos a aprender a reconocer los errores y pedir perdón.

En punto de las 12:00 horas, como lo hace desde hace 10 años cuando fue ordenado arzobispo, Sánchez Espinosa exhortó a la sociedad a vivir la parábola del “buen samaritano”, la cual se refiere a ayudar al prójimo, es decir, a cualquier persona que lo necesite. Destacó que el amor a Dios y al prójimo es el regalo del Jueves Santo, debido a que Jesús hizo un gesto impactante con sus apóstoles al lavarles los pies, como un signo de que él vino a servir a la humanidad y a salvarla.

Explicó en su mensaje que son muchos los gestos que se evocan en el Jueves Santo. Uno de ellos es el signo de humildad y sencillez que realizó Jesús al lavarle los pies a todos sus discípulos, diciéndoles que ellos se los deben lavar unos a otros, "en verdad les digo que el siervo no es más que su señor, ni el enviado más que quien lo envió" (San Juan 13, 16).

“Era el mensaje con el que el redentor anunciaba que por amor estaba dispuesto a aceptar la humillación de la Cruz para ofrecernos el servicio de purificarnos del pecado con su propia sangre",

Recordó que en la catedral de Puebla es el único lugar del país donde la ceremonia del Lavatorio se lleva a cabo a las 12:00 horas para dar oportunidad a que algunos de los sacerdotes que acuden puedan atender a sus fieles por la tarde previo a la misa de la instauración de la eucaristía.

 


Instauración de la eucaristía

 

 

Por la tarde, para no interferir en la misa, se cerraron las puertas de la catedral para que los asistentes a la visita de la Siete Casas no interfirieran con la misa de instauración de la eucaristía.

En su homilía acompañado por sacerdotes de la diócesis, explicó que fue la instauración del ministerio sacerdotal cuando Jesús dio a sus discípulos la misión de predicar su palabra.

Asimismo, explicó algunos pasajes bíblicos donde luego de celebrar la Eucaristía se expone el Santísimo (Ostia Consagrada) y se realizan vigilias de oración en signo de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos, la noche antes de ser entregado a los sacerdotes.

Dijo que la Biblia cuenta que, terminada la cena de Pascua, el Mesías y sus apóstoles se dirigieron al Monte de los Olivos a orar. Él se distanció un poco, rezaba y sudaba cada vez más fuerte, comenzó a sentirse angustiado porque sabía lo que venía y un ángel del cielo lo reconfortó.

“Cuando fue a buscar a sus amigos se dio cuenta de que estos se habían quedado dormidos, Él les dijo, "ha llegado la hora en que el Hijo de Dios debe ser entregado. Levántense, ya se acerca el que me va entregar".

Terminada la Misa se realizó la procesión con el Santísimo Sacramento hasta el lugar de la reserva para adorarlo en recuerdo de la agonía del Señor en el Huerto de Getsemaní. 

Quienes en gracia de Dios rezan el “Tantum ergo” en la procesión o permanecen media hora adorando a Santísimo Sacramento.