A través de una plantación de bambú, Amado Martínez Castillo, productor en Hueytamalco, ha perfeccionado la forma de elaborar palillos con esta caña, además en su invernadero de café cereza ha eliminado el uso de plásticos para el cuidado, transportación y comercialización de las plantas de café.

Este agroproductor, aplica en sus proyectos el concepto de la responsabilidad social pues en el vivero se impulsa a mujeres y jóvenes  de la demaración. La única condición, señala él, es que los colaboradores continúen con sus estudios de bachillerato o universidad. 

En entrevista para Intolerancia Diario, Martínez Castillo recordó que el proyecto del bambú se dio gracias al impulso de administraciones anteriores que encontraron en esta madera un sin fin de usos, la mayoría de ellos, sustentables. 

Explicó: "El gobierno nos ha apoyado en algunas ocasiones, cuando esto se inició, gracias al ingeniero Alberto Jiménez Merino que iniciamos este cultivo, ahora tenemos ya buenos resultados".

En este sentido, en la columna del priista titulada "México 2040, líder mundial en cultivo e industria del bambú", se menciona que: "Puebla hizo del Bambú un programa oficial de Gobierno en el año 2000. Desde entonces se destinaron diversos apoyos hasta el año 2011. Gobiernos subsiguientes los abandonaron lamentablemente".

En lo que respecta al bambú, Martínez Castillo detalló que las plántulas de bambú permanecen en viveros hasta que crecen en promedio 60 centímetros, es entonces que son trasplantadas al campo. En los tres años siguientes, se les cuidará, limpiará y fertilizará para que crezcan hasta 20 metros. 

Narró que los bambúes son empleados como material de construcción de desarrollos ecoturisticos y hasta en viviendas, además los troncos permiten la creación de palillos para limpiar los dientes, también se confeccionan en segundos, varas para incienso, brochetas y elotes, "lo que tiene mejor mercado ahorita es el palillo para incienso", explicó. 

Sobre el proceso para transformar la caña del bambú a palillo, detalló que luego de ser cortados, son llevados a un taller donde se lavan y posteriormente se colocan en tinas de cemento de 6, 7 y 8 metros de longitud, las cuales contienen ingredientes para que, luego de pasar cinco días sumergidos, tengan una vida útil de hasta 50 años. 

En este tenor, Martínez Castillo enfatizó que la empresa de autobuses ADO patrocinó las tinas para el lavado e hidratación del bambú, esto como parte de las medidas de la empresa para aminorar el daño por las emisiones de carbono que producen sus unidades.

Después, cuando el bambú aun permanece verde, es llevado a las máquinas cortadoras, las cuales, por medio de cuchillas, van afinando los palillos de acuerdo a las necesidades de producción. Amado Martínez dijo que en un día se cortan hasta 50 metros de bambú lineal.

Eliminó uso de plástico en el café 

Desde las instalaciones del vivero de café, el agroproductor expuso que este tiene una capacidad de producir hasta 50 mil plantas por ciclo, las cuales se exportan a diferentes puntos del país. Estas plantas permanecen hasta cinco meses en el invernadero o hasta que alcanzan una altura de 35 a 45 centímetros, posteriormente son plantadas en campo. 

Comentó que ante las afectaciones por el cambio climático y como una medida para reducir el impacto ambiental, en su empresa se eliminó el uso de bolsas negras como "macetas" de cada planta.

De ahí que las plantas de café son cultivadas en charolas reutilizables, y peat moss con perlita (un musgo con la capacidad de retener agua).

"Eso ayuda a que salga una planta de buena calidad, sin contaminación y no destruimos suelos fértiles que tenemos, que los debemos utilizar mejor para sembrar el café o el cultivo", dijo.

Para la transportación y comercialización de las plantas del aromático se usaba una bolsa negra por cada raíz, sin embargo, ahora se hacen paquetes de 25 piezas, mismas que se enrollan en periódico, papel que puede reutilizarse posteriormente o bien utilizarse como parte de la composta. 

Sobre la generación de empleos, Amado Martínez mencionó que en los periodos vacacionales se otorga a los jóvenes la oportunidad de trabajar en el vivero, pero, al iniciar un nuevo ciclo escolar, estos deben retornar a las aulas, y sólo en caso de requerirlo, pueden continuar empleados durante los fines de semana, para el está claro que la educación es el motor para el crecimiento y desarrollo de la comunidad.