Maribel y Paulina, no tuvieron la oportunidad de defenderse, ni de manifestarse, ni de realizar el paro de protesta: fueron dos víctimas más de feminicidio en Puebla.

En este entorno, amenazadas o por voluntad propia, decenas de mujeres si tuvieron que asistir a sus trabajos este 9 de marzo, cuando se hizo el llamado en protesta de realizar el llamado Día Sin Mujeres.

Aunque pareciera la mayoría de las mujeres hizo sentir su ausencia en las calles de la capital poblana, en decenas de negociaciones se vio normalmente laborando a decenas de empleadas, como si en Puebla no pasara nada.

Esto generó calles semivacías, poco tráfico vehicular, mesas sin comensales o sin su café, sin filas en los bancos, fue la constante en Puebla este martes 9 de marzo.

Sin embargo, en un recorrido de Intolerancia Diario, distintas negociaciones y hasta en dependencias gubernamentales, las mujeres no faltaron a su trabajo a pesar del llamado “El 9 Nadie se Mueve”.

Todas las mujeres del país fueron convocadas a nivel nacional a protestar por la violencia que sufren en todos sus sentidos, de género, laboral, sexual, doméstica y los centenares de femincidios.

En Puebla, en medio de este paro de actividades a nivel nacional, dos familias poblanas se unieron a la lista de víctimas del femincidio, perpetrados justamente en la víspera, justo en el Día Internacional de la Mujer.

¿Voluntarias o a la fuerza?

Desde antes de las 8 de la mañana, media docena de empleadas de la empresa Clean Ver, con sus batas azules, trapeadores y fibras, tallaban las escaleras de la Fiscalía General del Estado.

Un hombre, su jefe, supervisaba que lo hicieran rápidamente y dejaran como nuevas las instalaciones, donde el día anterior se realizaron pintas en la marcha de las mujeres.

Una empleada, quien no quiso dar su nombre, señaló que tuvieron que trabajar, todas de manera voluntaria.

-¿Pero no tienen hombres que las suplan?

-Si, por ahí andan como cuatro- respondió al buscarlos, aunque solo había uno a la vista.

Como ellas, decenas de mujeres no tuvieron opción que ir a trabajar, pero no solo en negociaciones privadas, sino inclusive en dependencias del gobierno estatal.

Tal fue el caso en las oficinas centrales de la Secretaría de Finanzas, como se comprobó en el recorrido, donde además de la recepcionista, de siete mesas receptoras, tres eran atendidas por mujeres.

Asimismo, en el edificio de al lado, en el Tribunal de Arbitraje, en el área de conciliación se vio laborando a por lo menos dos mujeres atendiendo a los solicitantes.

Pero no solo ahí, ya que en la entrada, dos mujeres de la policía auxiliar hicieron sus guardias de la manera más normal.

Asimismo, la titular de la secretaría del Bienestar, Lizeth Sánzhez García, no paró labores y realizó una entrega de apoyos en el municipio de Coronango al lado del presidente Antonio Teutli.

La funcionaria estatal con el evento no solo trabajó ella, sino que se tuvieron que movilizar a decenas de mujeres para poder  tener acceso a su beneficio.

Negocios vacíos, empleadas atentas

Donde se pretendió que hubiera normalidad, fue en decenas de negociaciones de distintos ramos, sin embargo, hubo poca afluencia de clientelas.

En negocios del centro histórico, pocos fueron los que dieron la oportunidad a sus empleadas de decidir por voluntad propia a sus trabajos, casi todas lo hicieron por temor a represalias.

Lo mismo se vio a trabajadoras en los centros comerciales, por ejemplo en el Wall Mart de Plaza Dorada, donde cajeras y empleadas de piso hicieron su labor normalmente.

-¿No les dieron permiso?- se le preguntó a una cajera.

-Sí, pero yo quise venir- afirmó dudosa.

Del mismo modo, entre mesas vacías, tanto meseras del restaurante Vips y Café Colibrí, se les veía platicar entre sí, ante la falta de comensales.

En las mesas eran pocas las mujeres, las pocas de la tercera edad con algunos nietos degustaban platillos y cafés.

Del mismo modo, por los distintos locales, que van desde los pequeñas tiendas de regalos, hasta las departamentales como Suburbia, las empleadas no faltaron.

En esta última negociación, las cajeras también se entretenían platicando entre sí, ante pasillos vacíos de clientela.

El 9 Nadie se Mueve

Pero no en todos los lugares se vio a mujeres laborando normalmente, por ejemplo en algunas gasolinerias, como la ubicada en 2 Sur y 23 Oriente, había hombres despachando, cuando lo normal era que chicas lo hicieran.

Asimismo ocurrió en gobiernos municipales, como el de Puebla o de San Pedro Cholula, donde las oficinas de atención a la ciudadanía estuvieron atendidas por hombres.

En tanto, hubo la participación de cientos de mujeres del Municipio, en un evento organizado por el Ayuntamiento de Cuautlancingo, bajo la iniciativa “El 9 Nadie se Mueve, Pero Se Defiende”.

El mismo tuvo la finalidad de ofrecer una clase de defensa personal gratis abierta al público y de esta forma pudieran obtener mejores posibilidades de defenderse ante un caso de amenaza inminente.

La iniciativa encabezada por la presidenta municipal Guadalupe Daniel Hernández, señaló que emprendió dicha acción con el objetivo de que las mujeres se defiendan en caso de sufrir algún ataque, además de coadyuvar a detener las agresiones contra las mujeres.

El entorno del miedo

En la víspera, en el fraccionamiento Hacienda Santa Clara, Juan Manuel de 44 años de edad se suicidó de un disparo en la cabeza.

Pero lo hizo luego de acabar con la vida de su esposa Paulina, justo en el Día Internacional de la Mujer y cuando miles marchaban para exigir seguridad y justicia en Puebla y el país.

Asimismo, casi al mismo tiempo, en la unidad habitacional Misiones de San Francisco, un sujeto de nombre Javier, asesinó a su pareja Maribel a golpes, frente a su hija sordomuda.

Tras cometer el asesinato, el presunto feminicida trató de engañar a los colonos y a las autoridades diciéndoles que su esposa se había suicidado, sin embargo, las huellas y los indicios lo señalan como el autor del crimen.

De manera extraoficial y con conteo hemerográfico, ya son 36 mujeres las asesinadas en Puebla por cuestiones de género y cientos de denuncias por violencia.