Un altar improvisado con la imagen del Niño Jesús de Praga, enmarcado con flores, simboliza el temor, pero también fuertes creencias católicas en tiempos del coronavirus en Puebla.

El altar ubicado justo frente al jardín de El Carmen, fue colocado por fieles creyentes ante el cierre de la afamada iglesia en el barrio poblano a unas calles del zócalo capitalino.

Pero no solo está la imagen, sino también aparte de las flores, lo enmarcan unas cartulinas, donde se hace la oración para que termine la pandemia que ha azotado al planeta entero.

“Jesús Cristo, nuestro Dios, líbranos de esta pandemia”, reza una se las cartulinas, escrita a mano.

“Santo Niño de Jesús de Praga, bendecidnos, líbranos de esta pandemia. Amen.”, rezan la segunda cartulina blanca en el altar enmarcado con flores.

La imagen señalada es una de las más veneradas en la iglesia de El Carmen, la cual está cerrada totalmente desde que se declaró la llegada de la pandemia a Puebla.

Debido a la pandemia desde el 17 de marzo, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) prohibió todas las celebraciones religiosas dominicales así como cualquier encuentro organizado en las siguientes semanas.

A través de un comunicado, manifestó que los sacerdotes deberán llevar a cabo la celebración de la misa de manera privada.

Sin embargo, si se llevan a cabo las medidas sanitarias necesarias los párrocos podrán seguir abiertos para la oración personal y comunitaria así como para la adoración del santísimo.

El obispado de México consideró dichas medidas como con serenidad, sabiduría y responsabilidad ante la emergencia del coronavirus que ha dejado miles de muertes en el mundo, así como por “manifestaciones de amor, solidaridad y cuidado entre hermanos”.

El  Niño Jesús de Praga es una imagen de cera de Jesús en su etapa infantil, que se encuentra en la Iglesia de Santa María de la Victoria y San Antonio de Padua en la calle carmelita en la ciudad de Praga, capital de la República Checa.

Leyendas sostienen que la imagen una vez perteneció a Santa Teresa de Jesús y es considerada una imagen milagrosa, especialmente entre las mujeres embarazadas, misma que fue donada a los frailes Carmelitas en 1628.

Luchando contra el hambre

Justo debajo del altar, una familia de origen indígena descansan, luego de pasar horas en busca de trabajo para lograr su alimento del día.

Cuentan que llegaron a Puebla desde Huajuapan de León, Oaxaca, en busca de una mejor oportunidad, pero lo hicieron en el peor momento, en tiempos del coronavirus.

Para protegerse de contagio del coronavirus o Covid-19, al alcanzarles para un solo cubrebocas, una familia indígena compró unos paliacates con los que cubren sus bocas, para poder así andar en las calles en busca de su sustento.

Cansados, sentados en una esquina del jardín de El Carmen, padre, madre e hija de escasos seis años, esperan que alguien les compre sus mazapanes o que les pida una boleada. 

Mientras, a unos metros un joven toca con su guitarra a una familia que come con todo y bebé en una mesa del puesto de fritangas y cemitas, junto a un altar colocado en plena calle, ante el cierre de la iglesia.

-¿Sin chamba?

-Sin chamba- contesta con una sonrisa nerviosa don José, mientras voltea a ver a su esposa, quien le acaba de entregar a su niña unas papas fritas con chile, para que desayune a más del mediodía.

“Apenas voy como 20 pesos”, dijo mirando a su cajón de bolero, como su única esperanza de sobrevivencia a sus cerca de 50 años.

¿Cómo va la va sorteando?, se le pregunta, pero solo responde con la misma risa nerviosa, por lo que su esposa contesta inmediatamente, “pues vendiendo”

-¿Cómo la va a pasar, qué piensa de todo esto (la pandemia y cuarentena)?

-Pues la vamos pasando muy duro, porque no hay para comer

Señalaron que no han recibido las despensas del gobierno, tal vez porque viven a unas calles del hospital de San José del IMSS, donde rentan un cuartito.

-¿Van y vienen buscando vender?

-Tratamos, pero ya no hay nada, porque ya no hay gente- dijo la esposa al recordar que antes de la cuarentena llegaban a obtener hasta 150 pesos diarios de ventas de dulces y boleadas y ahora llegan a los 30 pesos en un buen día.

-¿Les alcanza para comer?

-No alcanza

Lo que más les preocupa ahora es pagar la renta, ya que su casero no les ha dado la mínima oportunidad de pagar menos o retrasar el cobro.

“Les pedimos que nos ayuden con lo que puedan, con algo de comer o despensa, igual pagamos renta”, dijo la mujer indígena.

-¿Les siguen cobrando la renta normal?

-Sí, el patrón no nos dispensa ni la mitad de renta, ya le dijimos, pero dice que no, él quiere su dinero, sino que nos vayamos.

“Pero ya no nos podemos ir a nuestro pueblo porque las salidas ya están cerradas”, dijo tristemente la mujer.