Mientras durante la pandemia en las zonas urbanas se han perdido miles de fuentes de empleo, el campo poblano sigue siendo la salida para las familias, principalmente para quienes habitan en los municipios con alto grado de marginación. La producción del mezcal desde hace 5 años ha permitido mejorar las condiciones de vida en algunos lugares, como Coxcatlán, ubicado en la Sierra Negra de Puebla.

El empresario Camerino Montalvo quien apoya a campesinos y artesanos poblanos, aliados a la producción de la bebida, indicó que la leyenda dice que un rayo, enviado por los Dioses prehispánicos, golpeó con tal fuerza un agave que al quemarlo regó las primeras gotas de mezcal en territorio mexicano.

Para el ingeniero ese rayo cayó cuando siendo niño miró terminado el puente Calapa, entre Coxcatlán y Oaxaca, y pensó por primera vez en la posibilidad de unir las tierras áridas de su pueblo a la ruta del Mezcal, y poder salir de la marginación.

Recordó que Coxcatlán está ubicado entre los 115 municipios poblanos, que desde 2015 fueron autorizados por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial para gozar de la Denominación de Origen del Mezcal.

Comentó que él pensó que en Coxcatlán para  la siembra de agave espadín, espadilla, arroqueño, madrecuixe, hocímetl o  tepeztate, y podía ser una esperanza de trabajo para sus paisanos jornaleros, campesinos y artesanos.

Dijo que  puso manos a la obra para atender un desempleo de alrededor de 39% entre la población económicamente activa de Coxcatlán,  y un alto grado de marginación, conforme a datos del Sistema Nacional de Información Municipal.

Indicó que ha cinco años se ha logrado que decenas de sus paisanos laboren en la siembra, la cosecha y la jima del mezcal.

“Jefas y jefes de familia que ahora más que nunca necesitan trabajar ante la falta de otras opciones de ingreso, por la pandemia de COVID-19 en todo el país”.

Advirtió que conforme a datos de la Cámara de la Industria del Mezcal, tan sólo en Oaxaca se han reportado pérdidas en el sector superiores a los 150 millones de pesos, de las cuales 26 millones de dólares corresponden a exportaciones canceladas por el cierre de las fronteras y los meses de confinamiento de la población, que han afectado brutalmente a restaurantes, comederos, bares y bodegones donde tradicionalmente se consume la bebida ancestral.

Aclaró que Coxcatlán no es la excepción a esta crisis. Incluído en una ruta de productores de mezcal, que va desde Valsequillo hasta Huehuetlán, miles de hombres y mujeres dependen de la cosecha de agaves que tardan hasta siete años en madurar, antes de estar en condiciones de ser cocidos en los tradicionales hornos de piedra, cavados en piso de tierra.

Indicó que es un trabajo que no se puede frenar, a pesar del paro económico del Covid que ha ocasionado que las necesidades de producción sean las más bajas en las últimas décadas, desde que el “boom” internacional de la tradicional bebida, obligó a tramitar su denominación de origen en 1994.

Precisó que él no ha querido parar la actividad, en apoyo a sus paisanos y con la esperanza de que al menos, en corto plazo, el consumo local pueda sacar adelante la producción del Mezcal Destilado de Artrijes, su socio comercial en la distribución del agave cultivado en los campos de Coxcatlán.

Camerino Montalvo, explicó que también  ha integrado  a los artesanos de su pueblo al concepto del Mezcal Destilado de Artrijes, que fusiona la figura mítica de los Alebrijes mexicanos –de allí se desprende el nombre- al envasado y presentación de sus diversos mezcales. Los nombres de: espadín, tobalá, curshe, barril, tepeztate, mexicano, sierra negra y jabalí, distinguen el tipo de agave utilizado y la diversidad de horneado, con ocote, mezquite o encino molido, a la que ha sido sometido el agave para proporcionar un sabor diferente y exquisito al destilado.

“Para distinguirlos, todo tipo de figuras reales o inventadas, van siendo creadas por los artesanos de Coxcatlán para ser vendidas en las galerías Artrijes, donde las botellas de mezcal brillan como perlas incrustadas entre figuras de pumas, serpientes, coyotes, gatos, águilas y animales fantásticos, pintados de colores tan brillantes y llamativos como sólo pueden hacerlo los artistas mexicanos.”

Para finalizar, sostuvo que la producción del mezcal de Coxcatlán permite no sólo mejorar la economía de los campesinos, sino también colaborar con artesanos dedicados a la talla de madera, que desde los talleres montados en sus hogares, van dando forma a las imágenes del edén mexicano habitado por los animales imaginados por Frida Khalo, con el colorido de Rufino Tamayo.