“Para qué sirve el dinero, si la mina perjudica mi parcela y todos los residuos han terminado en el subsuelo y dañan la tierra”, cuestiona María Virginia Martínez Sánchez, ejidataria de Poxcuatzingo, comunidad de la sierra norte de Puebla. 

Este es un ejemplo del sentir de ejidatarios, quienes llevan años en la desesperación para frenar los trabajos de una minera, que ha contaminado su aire, tierra y agua, lo que genera millones de pesos, pero sólo a unos cuántos empresarios. 

Los campesinos de la comunidad de Zacatlán, han realizado un largo viacrucis sin ser escuchados por ninguna autoridad federal, que supuestamente podrían frenar la fuerte contaminación. 

Han acudido a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), a la Comisión Nacional del Agua (CNA) y a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), pero de nada ha servido. 

Exigen la revisión de permisos de funcionamiento de FELDMEX S.A de C.V, por lo que han promovido un juicio de amparo, el que ya fue aceptado por un Juez de Distrito, todo con el objetivo que les sea retirada la concesión del uso de agua. 

Este es solo un caso, luego de que más de 140 mil hectáreas de la Sierra Norte de Puebla ya han sido concesionadas para megaproyectos mineros y tienen el respaldo de instancias como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. 

Historia del ecocidio 

A inicios de la década de los años 80 llegó a Zacatlán lo que se convertiría en una de sus principales fuentes de contaminación, una mina a cielo abierto de arena feldespáticas. 

Dicha arena es un material sumamente demandando a nivel mundial por la industria de vidrio y cerámica. 

La mina inició en aquella época con permisos poco claros y desconocimiento de los ejidatarios de la zona, funcionando con mínimas medidas de prevención y protección al medio ambiente. 

Todos estos años de explotación, han dado como resultado, entre otros daños, la devastación de más de 18 hectáreas de campo. 

Datos del Anuario Estadístico de la Minería Mexicana 2018, Edición 2019, señalan que la producción de feldespato en Zacatlán, ocupa el primer lugar a nivel nacional y el sexto mundial con una ganancia superior a los 226 mil 604 millones de pesos. 

El penar 

El presidente del Ejido de Poxcuatzingo, Ramón Cabrera Moreno, explicó en entrevista, que desde la llegada de la mina nunca han tenido beneficios los pobladores. 

"Por el contrario sólo nos han dejado sus residuos, perjudican todos nuestros nacimientos de agua, encuentran una vena y la trozan, sin importarles que eso significa dejarnos a secas”, aseveró. 

Indicó que el problema es que las autoridades federales nunca han hecho caso a la situación, incluidos anteriores presidentes municipales de Zacatlán, quienes los han dejado solos en la lucha. 

"Ahora le pedimos al profesor Luis Márquez Lecona, (actual alcalde de Zacatlán) que nos apoye, sabemos que de él no depende la decisión, pero sí queremos que nos respalde, para seguir con esta lucha porque lo que queremos es que la mina se vaya”, insistió. 

Caso omiso 

Los hechos reflejan el actuar de las autoridades federales, por ejemplo el 30 de mayo de 2012 la Unidad de Aprovechamiento y Restauración de Recursos Naturales, emitió́ un dictamen positivo respecto al proyecto “Estudio técnico justificativo para cambio de uso de utilización de terrenos forestales para la extracción de Feldespato”. 

El estudio fue presentado por José Vicente Etelberto González Cázares, director de FELDEMEX S.A. de C.V. y en esa misma fecha la SEMARNAT solicitó un depósito de 320 mil pesos como “compensación ambiental” por las afectaciones al ecosistema, más de 18.5 hectáreas devastadas en la zona. 

“¿Para qué sirve ese dinero?” cuestiona la ejidataria María Virginia Martínez, “si la mina perjudica mi parcela, todos los residuos han terminado en el subsuelo y dañan la tierra, voltea para donde sea y pura arena blanca, además de las enfermedades, las infecciones gastrointestinales por la contaminación en el agua, en tiempo de calor, no tenemos nada para regar”. 

“Ruido a todas horas, todo el día, contaminación por todos lados y las autoridades les siguen dando permisos para dañarnos” insiste María Virginia Martínez. 

“Hace algunos años, cuando pidieron el cambio de uso de suelo, vinieron los de SEMARNAT y PROFEPA, quisimos hablar con ellos y más tardaron en bajar de los carros, que el dueño de la mina en llevárselos a sus oficinas”, recordaron ejidatarios. 

"No somos tontos, que casualidad que después les dijeron que sí a todo lo que pidieron, a costa de nuestra agua, de la contaminación de nuestra tierra”, afirmaron. 

“Por si fuera poco, ya nos ‘nació’ un nuevo cerro”, señalan en referencia a una enorme colina formada de todos los residuos provenientes de la mina, con contaminantes al aire libre, 

“Nada más empiezan los vientos y esa arenilla vuela por todos lados y nos pinta de blanco cosecha, casas, todo, llueve y se hace un lodazal blanco y denso que tapa tuberías, queremos que se lleven las minas de aquí, ya”, acusaron. 

Millones por contaminación 

El negocio de las minas es sumamente rentable, el volumen de producción de feldespato en Zacatlán, presentó un repunte durante los últimos cinco años, en 2018. 

Creció la explotación a 709 mil 758 toneladas, es decir mil 944 toneladas diarias, o un camión de 30 toneladas cada 22 minutos. 

Un estudio de impacto ambiental al que se refieren los ejidatarios, señala que las malas prácticas en la actividad minera y la erosión que la misma provoca, ha derivado en la afectación de la calidad del agua. 

Al contaminarse con las descargas del producto del lavado de arena, lo que dificulta y encarece la potabilización en la planta del municipio y por tanto se genera desabasto. 

Arroyos secos y escases de agua en la época de estiaje, son otras de las afectaciones que viven los habitantes de Poxcuatzingo y también de la cabecera municipal, dado que los mantos de esta zona, depende un porcentaje del abasto en la ciudad. 

De acuerdo a ese mismo estudio, otro elemento afectado es el aire “que se nutre de impurezas sólidas provenientes de polvos y combustibles tóxicos que quedan suspendidos en el aire, vapores y emanaciones de sustancias nocivas, éstas afectan las vías respiratorias de personas y animales, lo que genera daños a su salud”.