Basada en hechos reales, La biblioteca americana en París se convirtió en un lugar de resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Con un arduo trabajo de investigación, la autora reconstruye hechos, personajes y momentos que conmemoran a los héroes que antepusieron sus vidas para mantener abierto este espacio cultural durante la ocupación nazi.

“Leer es peligroso”, le dice la entonces directora, la señorita Dorothy Reeder, a nuestro personaje principal, Odile, en su primer encuentro. Y es que leer se vuelve un arma para crear ideas, pensar, razonar y también un espacio donde los confinamientos y el caos pueden salvarnos, tal cual lo narra Skeslien.

La biblioteca de París se convirtió en un espacio de tranquilidad y un escape para los mismos soldados. La historia está dividida en dos líneas del tiempo, en donde Lily y Odile nos sumergen a la ciudad francesa más allá de la Guerra Fría, al tiempo que nos descubre la parte humana y la valentía de los héroes mantuvieron el espacio en tiempos de los nazis.

París era una fiesta 

Un libro de anécdotas, de historias, personajes y descripción de lugares. Aquí Hemingway nos permite conocer París en los años 20. Aquella época en donde en cualquier lugar podías encontrar un buen restaurante y una buena bebida.

“Éramos pobres pero felices”, cuenta el autor, y es que recordemos que en esta época se encontraba de corresponsal y además eran sus primeros años, como bien lo dice no podía permitirse ni un cuadro de Picasso.

París era una fiesta nos da un bocado de los personajes de la literatura llamada “generación perdida”, nombres como Gertrude SteinEzra Pound Scott Fitzgerald (El gran Gatsby) que nos hacen comprender el estado bohemio en el que vivían estos escritores.  Y algunos otros secretos.

Como dato adicional. Esta obra sirvió de inspiración a Woddy Allen para la película Medianoche en París en 2011. 

Suite francesa 

Cerramos esta serie de recomendaciones con una de las autoras imprescindibles del siglo pasado, Irène Némirovsky.

Némirovsky, con la invasión de Francia por parte de los nazis, fue deportada a un campo de concentración en Auschwitz. Sin embargo, dejó un legado cultural que debía de salir a la luz, una libreta que sus hijas conservaron y que llegó al mundo literario como Suite francesa, una de sus novelas más memorables.

Inicia en París días previos a la invasión alemana. Aquí vemos nuevamente la guerra, pero desde la perspectiva de la clase burguesa, en donde poco a poco va develando la incertidumbre que se avecina. La autora nos sumerge en una historia autobiográfica y se puede distinguir cómo la clase alta de la época y las minorías conllevan de maneras muy distintas una misma situación.