El municipio de Amozoc se ha distinguido por sus artesanías navideñas de barro, que han sido invadidas por productos de plástico o yeso; la plata, que actualmente los comerciantes la adquieren en otro estado y la fabricación de accesorios para la charrería, entre ellas las famosas espuelas se resisten a desaparecer.

En Amozoc el origen de la herrería inicia a mediados del siglo XVI cuando ‚Äîa la llegada de los españoles‚Äî se asentaron herreros y damasquineros que elaboraban machetes, espadas, cuchillos, espuelas, frenos de capricho, herraje para silla, entre otros accesorios a base de plata y acero inoxidable.

El artesano Gonzalo Cepeda Sánchez comenta que las técnicas de las espuelas fueron llevadas a España por los árabes, quienes las desarrollaron y hasta la fecha se conserva la tradición para los charros.

Refiere que la elaboración artesanal de forjar las espuelas era con instrumentos rústicos y elaborados personalmente; la técnica dependía del tiempo y el esfuerzo de tres personas (maestro, ayudante y chalán), quienes en una semana terminaban un par de espuelas.

Posteriormente llegó la electricidad y pudieron hacer uso de taladros y otros objetos para agilizar la fabricación, ahora elaboran en siete días de dos a tres pares de espuelas; sin embargo, la multiplicación de la producción no coincidió con el paso del tiempo.

"Hace muchas décadas la venta de espuelas y otros accesorios era tan solicitado por los españoles que después pasó a ser para aquellas personas que practican la charrería, reduciendo drásticamente el mercado compra-venta; ahora, tenemos que buscar a los clientes fuera del estado y del país.

"Este oficio tiene una antigüedad en mi familia de hace tres generaciones, creo que por orgullo a nuestra identidad porque estas artesanías son representativas de nuestro estado y país, nos resistiremos a que desaparezcan", expresó Cepeda Sánchez.

Indicó que uno de los problemas a los que se enfrenta la mano artesanal mexicana, son los productos o la línea americana que están produciendo los chinos, los cuales ‚Äîmencionó‚Äî son de muy baja calidad pero de bajos costos.

Además, por el tamaño de su empresa no cuentan con el respaldo para vender a crédito, lo que representa una desventaja para otros talleres que se encuentran en la República.

Cepeda Sánchez destacó que la fabricación de cualquier objeto que el cliente solicite lo realizan al gusto y con los materiales que les indiquen, garantizando la calidad en lo que ofrecen al público.

Entre las espuelas que elaboran a mano, existen 15 modelos diferentes; además ofrecen sillas de montar con materiales que el comprador desee tales como: oro, plata; entre las pieles son: piteado, avestruz, cocodrilo y otras.

Los precios varían de acuerdo al acabado y material, una espuela fina llega a costar hasta 4 mil pesos ‚Äîpavón azul con incrustaciones de plata‚Äî; 600 pesos un freno de capricho; las sillas de montar van desde 25 mil hasta 400 mil pesos.

Por último, reconoció que ahora son pocos los talleres que elaboran accesorios charros; algunos de sus hijos han preferido ejercer sus carreras profesionales para su sustento económico; sin embargo, aseguró que mientras existan personas que aprecien el trabajo artesanal, este oficio seguirá vivo.

La crisis
Uno de los problemas a los que se enfrenta la mano artesanal mexicana son los productos o la línea americana que producen los chinos, los cuales son de baja calidad pero también de bajos costos.

Además, por el tamaño de algunas empresas no cuentan con el respaldo de vender a crédito lo que elaboran; lo que es una desventaja frente a otros talleres que se encuentran en la República.

Para gustos exigentes
Cuando por el año de 1930 una espuela costaba 17 pesos ‚Äî"de aquellos"‚Äî, actualmente este accesorio llega a costar hasta 4 mil pesos: pavón azul con incrustaciones de plata; 600 pesos, un freno de capricho, y las sillas de montar, de acuerdo al material: oro, plata o acero con pieles finas como el piteado, avestruz o cocodrilo, van desde 25 mil a 400 mil pesos.