Las tradiciones del día de muertos inundaron las calles del Centro Histórico de Puebla. Desde la Avenida Juárez, a la altura de la Fuente de los Frailes, los poblanos desfilaron con sus galas fantasmales y mortuorias. Las catrinas, bandas de música y calaveras empotradas en papel encabezaron el desfile.
Los turistas y los visitantes siguieron el recorrido de las presencias espectrales. Sobre la avenida reforma, las catrinas seguían un ritmo disperso. La música, en sus distintas expresiones, acompañaba las comparsas. Todavía en torno al paso de estás caravanas, niñas y niños con el rostro maquillado de un blanco siniestro pedían la cooperación para su "calaverita".
Esa mezcla, entre el Halloween de los barrios gringos y las flores resplandecientes de los panteones mexicanos se combinó en este festival pagano y popular.
Entre el papel picado de las calaveras de José Guadalupe Posada y los rostros blanquecinos de la americanización importada, los turistas disfrutaron el desfile de catrinas.
Los difuntos son los invitados de honor, son la esencia del antepasado, son las raíces de los mexicanos por consecuencia, se deben de tener en un nivel muy elevado porque al fin y acabo, los ciudadanos del mundo de ellos vienen, de ellos descienden, ese es el origen de las fiestas de muertos.
Está gran fiesta original que desarrollaban los pueblos ancestrales antes de la conquista española se celebraba en agosto, mes en el que se comienza a recoger la cosecha, pero con la intervención de los evangelizadores que no estaban muy contentos con las costumbres de la antigua tradición, hicieron lo posible por desaparecer, pero al no lograrlo, por la fuerza y la importancia que tenía en las culturas, la movieron de fecha para unirla con la conmemoración de Todos los Santos y Fieles Difuntos que se celebra en noviembre.
En el mundo prehispánico así se llamaba, la gran fiesta de los muertos.
Así elegantes catrinas a ritmo de los acordes música alegre, de la que invita a mover el esqueleto, impregnaron a Puebla de la tradicional esencia de Todos Santos, fiesta mexicana matizada de cosmovisión y cultura. Las catrinas ni se inmutaron con esa ola de calor que arropó la edición de "La Muerte es un Sueño".
Jóvenes con los rostros pintados marcharon con cánticos por las principales calles de Puebla, la Avenida Juárez, la 13 Sur para incorporarse a las avenidas Reforma y Juan de Palafox y Mendoza para marcar en la memoria de los vivos la ancestral tradición mexicana.
El muralista Diego Rivera fue quien bautizó a la dama vestida de negro y blanco como catrina, pero fue José Guadalupe Posada, el precursor de esta representación que se arraigó en las comunidades asentadas en territorio nacional para conmemorar los días de muertos como ahora se festeja.
La historia de la catrina comenzó durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz pero con los textos para satirizar a los políticos de esos días, con ese matiz sarcástico los mexicanos y poblanos festejan a sus muertos en Todos Santos.
El desfile fue multicolor por los matices de los trajes de cada uno de los participantes.
Mariachis, charros y adelitas que regresaron de mundo de los muertos para entonar la música mexicana provocaron que los asistentes movieran el esqueleto.
Uno de los contingentes provocó la atención de turistas fue el de los aztecas, los alumnos ataviados con taparrabos multicolores y penachos, lograron que los turistas corrieran para tomarse la foto del recuerdo.
La noche se transformó en día, el culto a la muerte con su colorida celebración en territorio nacional desde la época prehispánica hasta la actualidad no pasa de moda, atrae a multitudes, algunos poblanos y poblanas también se pintaron los rostros con colores multicolores para no desentonar.
Algunas mujeres vestidas de novias, otras de riguroso luto, pero cantando en compañía de niños vestidos de smoking y sombrero con los rostros pintados dieron la impresión de descender del lienzo de la catrina inmortalizada por el muralista Diego Riego Rivera.