Al pedir a los gobernantes de todos los estados de la República escuchar las denuncias de violencia de la población nacional y realizar acciones contundentes en contra de la barbarie que prevalece en México, el Arzobispo,  Víctor Sánchez Espinosa, lamentó que millones de ciudadanas y ciudadanos abandonen sus entidades.

"Tan solo ayer escuché en las noticias, que en lo que va de este fin de semana ya suman más de 400 personas y tantos tantos muertos generados por la violencia que se vive nuestra patria".

La violencia desmedida que se vive en Chiapas, Michoacán Guanajuato y Guerrero, subrayó que ya se generalizó en todos los estados de la República.

Ante esa realidad, indicó que los gobernantes deben escuchar el clamor de la población y atender las peticiones.

"Todos los que tienen una responsabilidad pública deben de saber escuchar a todos. No ser sordos a las voces de los ciudadanos que siguen gritando que atiendan sus necesidades, solamente así le darán voz a esas personas escuchándolas y no abandonarlas, no abandonar a las comunidades; solo quien escucha con corazón, con un corazón sensible al sufrimiento oye a las personas y a sus necesidades".

Refrendó que la situación que se vive en territorio nacional es critica por esa violencia que incide en millones de personas que deben desplazarse para ir a vivir a otros países.

Monseñor, insistió a los gobernantes que no deben de abandonar a las y a los ciudadanos ni acostumbrarse a normalizar la violencia.

"La población de todos los estados. No solo es Chiapas, Michoacán, Guanajuato y Guerrero, pero son todos los estados y su población que claman no ser abandonados; la barbarie que existe, escuchamos en las noticias, la barbaria recorre los municipios de todas partes, hay un desamparo total hacia quienes han sido expulsados de sus tierras, de sus sueños, de sus sfamilias y todos sus seres queridos, de sus lugares de origen, estamos viviendo una situación muy difícil".

Reprobó que las autoridades se mantengan inactivas a pesar del desplazamiento de miles de personas hacia otros lugares por la violencia desmedida.

"No debemos acostumbrarnos a la globalización de la violencia ni a ser indiferentes a lo que está pasando en muchas comunidades a donde la población ha sido expulsados a sus tierras, sueños y de sus familias, de la vida misma, ellos gritan pidiendo ayuda, y nosotros como Iglesia no tenemos que ser sordos a esta voz, a esos gritos de nuestros hermanos de las comunidades que quieres ser escuchados por las autoridades con humildad".