La iglesia de San Antonio Abad en compañía de varios templos más de la Arquidiócesis de Puebla se colmaron de feligreses que en el mejor estilo de la zoofilia, en su primera acepción del diccionario, como sustituto de cualquier otro tipo de afectividad llevaron a sus mascotas para la salvación de sus perrunas, gatunas y hasta arpías almas.
En una expresión de ecumenismo con seres irracionales, aunque a veces hay animales que son menos bestias que cualquier político de nueva generación, y uno que otro Ministro de la Suprema Corte de Justicia de un muy probable y al mismo tiempo imposible país bananero, el agua bendita les sacó el chamuco animalizado, y el exorcismo de las pulgas quedó en manos del hereje jabón del Perro Agradecido.
Para quienes consideran que la frase de Hobbes, el hombre es el lobo del hombre, no es más que una venturosa manera de iluminar al reino animal con la presunción sigilosa de la frase a bote pronto, exigieron que en los próximos años el filósofo alemán venido a Papa, un tal Ratzinger, bendiga a la mascotisa poblana.
Fiesta religiosa que en los últimos años viene recobrando más fuerza en la Angelópolis cómo se confirma desde las horas mañaneras hasta el anochecer con el arribo de mujeres, hombres, niñas, niños y jóvenes acompañadas de sus mascotas
Muestra de la apertura teológica de los últimos siglos, el sacerdote en en el pintoresco templo de San Antonio bendijo a los dogos que personas de todos los estratos sociales llevaron en brazos, jaulas y correas.
Pero la fiesta nos recuerda también, aunque sea de paso, que la tecnología ya nos permite tener como única mascota al mouse de la PC de la oficina o Laptop. Que total, es más ratón que cualquier otra mascota del mundo de carne y hueso.
Nuevamente, se confirmó que la fe cristiana arropa a los seres vivientes porque los humanos están ávidos de mantener sanos a sus mascotas.