Desde tempranas horas de la mañana, una multitud ha comenzado a concentrarse en torno al histórico edificio Carolino, en pleno corazón de la ciudad de Puebla.

¿El motivo? Un hombre de origen rumano, de quien se sabe poco pero que, según decenas de testimonios, posee la capacidad de “curar” dolencias físicas y emocionales.

La fila de personas —que recorre varias calles hasta alcanzar el Callejón de los Sapos— incluye pacientes en sillas de ruedas, adultos mayores, y familias completas llegadas incluso desde otros estados, como Veracruz. Todos comparten una esperanza: obtener alivio donde el sistema de salud tradicional ha fallado.

“Sé que tal vez es psicológico, pero de todas maneras estoy aquí, para ver si realmente funciona, para comprobarlo yo misma”, declaró una mujer a Informe Una en Punto, noticiario de Cadena IN. Como ella, muchos más esperan durante horas, o incluso días.

Tal es el caso de un hombre originario de Santa María Tonanzintla, quien relató haber llegado a las seis de la mañana del día anterior y permanecer en la fila en turnos junto a un familiar. “Ya me hicieron tratamientos, pero nada. Ahora vengo a ver si, con la ayuda de Dios, logro mejorar”, comentó.

El acceso al joven sanador está estrictamente controlado. Voluntarios que lo asisten impidieron a reporteros acercarse, argumentando que podría “desconcentrarse”.

Hasta el momento, el hombre no ha ofrecido declaraciones públicas, pero se anticipa que en los próximos días pueda brindarse una entrevista formal.

Este fenómeno va más allá del simple anecdotario. Según los analistas de Cadena IN, refleja una profunda crisis en el acceso a servicios médicos públicos y una creciente dependencia de alternativas basadas en la fe y la espiritualidad.

Es también una interpelación directa a las instituciones de salud pública, señaladas constantemente por sus deficiencias estructurales, tiempos de espera prolongados y tratamientos ineficaces.