Al cumplirse los 6 años del triunfo de Andrés Manuel los lopezobradoristas se dieron vuelo con la fecha, las felicitaciones, los videos y las fotografías en redes sociales. De la autocrítica o el análisis frío de los avances y/o retrocesos del país no se les leyó ni media palabra.
La celebración de tan importante fecha se realizó en la que fuera la morada de los expresidentes: Los Pinos. Desde ahí los discursos para alimentar el ego del inquilino de Palacio Nacional se hicieron escuchar.
Además de las felicitaciones y halagos también se presentó una propuesta para hacer inmortal la fecha del triunfo electoral de Andrés Manuel.
Aunque aún no se sabe cuál sería el fundamento jurídico ni si el día sería feriado, ya existen tres propuestas para nombrar al 1 de julio y con ello exacerbar el culto a la personalidad de López Obrador.
Y como todo en la 4T se ha solicitado al presidente del partido Morena, Mario Delgado que haga una consulta popular para saber cuál es el nombre que aprueba el llamado “pueblo bueno”, quien habrá de elegir entre: ‘Día de la revolución de las conciencias’, ‘Día del triunfo del pueblo’ o ‘Día de la verdadera democracia’.
Es muy factible que aunque ella pronunció la propuesta no se trate de una iniciativa de la propia presidenta electa, Claudia Sheinbaum; de lo contrario denotaría un síntoma preocupante de culto a la personalidad de AMLO.
Nikita Jrushchov definió en 1956 “el culto a la personalidad” como una elevación a dimensiones casi religiosas o sagradas de líderes en la sociedad o la política. En los regímenes totalitarios es a menudo una forma de culto a la persona del líder supremo.
Otros psicólogos y sociólogos han determinado que “el culto a la persona” se caracteriza por la actitud acrítica de quienes siguen al líder, y por el comportamiento sectario y hostil frente a quienes no obedecen, así como por las actividades ritualizadas y el uso de simbología e iconos que recuerdan al líder.
En resumen, podemos señalar rasgos como la falta de autocrítica, la intolerancia al disenso, la falta de rendición de cuentas, la justificación de cualquier hecho (incluso los que encuadren en delitos), los rituales en torno al caudillo e incluso la veneración (del tlatoani).
Las características de López Obrador, su comportamiento y lo que ha buscado generar ante el llamado “pueblo bueno” encuadran perfectamente en las características que los sociólogos y psicólogos han establecido.
De ahí que esta nueva idea por hacer “el Día de AMLO” resulte tan penoso como en sus tiempos fue la creación del Día del Presidente, con la diferencia de que en aquellos años la egolatría no llegó a trastocar el calendario. En otras palabras, no son iguales, son peores.
No es un diagnóstico propio, es analizar cuánto embona la personalidad de López Obrador y de sus más cercanos seguidores con las definiciones planteadas.
Ni más ni menos.