Sin embargo la controversia se ha suscitado al ver el edificio planeado por el arquitecto Francisco Serrano, financiado por 100 millones de pesos vía el Fideicomiso para el Fomento y la Conservación del Patrimonio Cultural Antropológico, Arqueológico e Histórico de México, ya que se ha considerado demasiado contrastante con los edificios coloniales de la zona.
Un cubo de acero templado es considerado por muchos investigadores y estudiosos de la dependencia gubernamental, organizados en el Sindicato Nacional de Académicos del INAH, como un rompedor de entornos al afear el primer cuadro de la capital mexicana. De tal manera que en días pasados ya fue enviado un comunicado en el que se le demanda al director de Instituto, Alfonso de María y Campos, detener la construcción al carecer de justificación académica.