Una escultura religiosa y su túnica, que datan de principios del siglo XIX, son restauradas por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a fin de revertir su deterioro.

Dichos objetos forman parte del acervo del Ex Convento de Santa Mónica, sede del Museo de Arte Religioso, en Puebla que reabrió sus puertas hace un par de meses con nuevo guión museográfico y 27 salas renovadas, entre ellas, la nombrada “El misticismo de las monjas: coronadas y místicas”, a la que se integrarán tras su rehabilitación.

Los tratamientos a los que están siendo sometidas las piezas se encaminan a la recuperación de su estética y valor histórico, informó el INAH.

La escultura, de aproximadamente 1.5 metros de alto, tenía polvo adherido, deyecciones, cochambre y algunas grietas en el torso, por lo que fue necesario hacerle una limpieza profunda, resanes en la mano izquierda mediante el uso de aserrín de cedro rojo, y para el resto de sus daños, carbonato de calcio y cola de conejo, explicó el restaurador Jorge Rodríguez Jiménez.

El responsable de la intervención, abundó, que además se hizo la reintegración de color con pinturas al barniz en el rostro y las manos, y se utilizó acuarela para los resanes de la policromía del torso.

Por su parte, la especialista Guillermina Peña Arrazola, quien se encarga de la restauración de la túnica con que se viste la escultura, explicó que ésta se compone de 23 fragmentos cosidos de diversas dimensiones, cuyas uniones provocaron varias arrugas a la tela, que a su vez ocasionaron la formación de dobleces, roturas o pérdida de algunos hilos.

Debido a la gran cantidad de partes que conforman el textil, así como la diferencia de los tejidos, la especialista del INAH considera que se trata de una pieza creada a partir de la reutilización de otras prendas, posiblemente de una capa pluvial, vestimenta que se usaba en las procesiones.

Peña Arrazola detalló que la prenda ha sido intervenida mediante un proceso de aspiración de baja succión, para retirarle el polvo acumulado; posteriormente, dijo, se le hicieron análisis de resistencia de colorantes y encogimiento de fibras, a partir de los cuales se definió el tipo de limpieza más adecuado.

“Después se separaron el frente, espalda, mangas y forro, y se protegieron cada una de las partes con tul, que se colocó por ambos lados de las telas”, explicó.

Posteriormente, comentó, se realizó la limpieza de cada elemento de textil por inmersión; una vez limpios, fueron colocados sobre un soporte auxiliar de tela que sirve para unir nuevamente urdimbres y tramas que estaban sueltas, anotó.

El textil, dijo, aún está en restauración, porque aún falta colocar crepelina de protección, teñida al tono que se requiera, para lograr la integración visual de la pieza, y armar la túnica nuevamente, volviendo a unir mangas, espalda, frente y forro.

El Museo de Arte Religioso es considerado el más importante en su tipo en el país, al poseer una de las colecciones más grandes, con alrededor de 3,500 piezas (de los siglos XVII al XIX) procedentes de los conventos de las órdenes capuchinas, dominicas y agustinas, que se establecieron en la entidad poblana durante la Colonia y hasta finales del siglo XIX.