La Catrina cumple cien años la próxima semana y, para festejarlo, las autoridades de Aguascalientes tienen preparado un acto de justicia para el creador de la famosa calaca.
A un siglo de que José Guadalupe Posada concibiera al personaje que se volvió símbolo de la mexicanidad e icono de la celebración del Día de Muertos, el Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA) anunció la apertura del primer Centro de Documentación sobre la vida, obra y muerte del artista.
El objetivo del espacio es recopilar los trabajos de Posada (1852-1913) e indagar sobre las múltiples lagunas que existen en la biografía del genio del grabado, nacido en esta capital.
“Vamos a inaugurar un espacio dedicado exclusivamente a consulta e investigación sobre la vida y publicaciones de Posada. El propósito es que la gente pueda acercarse a los trabajos, pero también que aporte datos e información que nos permita elaborar el primer catálogo razonado de Posada, que no existe”, dijo Guillermo Saucedo, director del Museo que lleva el nombre del artista.
“Es curioso, pero no se sabe con certeza cuántas obras realizó Posada en toda su vida. Algunas fuentes dicen que fueron 15 mil trabajos, otras que 20 mil. Este centro lo que pretende es compilar esta información, sistematizarla y tener una base de datos confiable sobre el autor”, agregó el funcionario.
A Posada le rodea un halo de misterio. En principio, la primera publicación de La Catrina, data de 1913, justo el año en que murió el grabador. El fallecimiento de Posada ocurrió el 20 de enero de ese año, por lo que se infiere que la calaca del sombrero emplumado fue creada el Día de Muertos anterior al deceso, es decir, en 1912.
Hoy se sabe que las calaveras representan sólo 2% de la obra de Posada, sin embargo son las que lo han inmortalizado. Asimismo, existe evidencia de que su primer trabajo profesional como grabador, a los 18 años, fue un esqueleto empuñando una guadaña.
El acta de defunción de Posada refiere que el cadáver del artista no fue identificado por ningún familiar o amigo, por lo que sus restos fueron llevados a la fosa común del Panteón Dolores, en la Ciudad de México. Se convirtió en una “calavera del montón”, como dicen los versos del texto que acompaña a La Catrina en su primera publicación.
Otro de los objetivos del Centro de Investigación, cuya sede estará en el propio Museo José Guadalupe Posada, es documentar la muerte del artista.
Hasta la fecha se desconoce por qué Posada falleció en la pobreza, enfermo y sin alguien que lo atendiera en su agonía, siendo que llegó a ser catedrático en la Ciudad de León, trabó amistad con Irineo Paz, abuelo de Octavio Paz, y formó parte de la élite cultural del país.
“Posada vivió uno de los periodos más sangrientos de México, no sólo por las guerras, sino por pestes y desastres naturales”, reflexiona Saucedo. “La muerte giraba en torno de la vida de Posada, sin embargo, lo peculiar de las calaveras de Posada es que no representan un culto a la muerte, sino a la vida. Aunque son descarnados, sus personajes tienen un aspecto muy amable, llenos de alegría, además son muy mexicanos”.
Saucedo sostiene que La Catrina es una de las pocas imágenes que mantienen unidos a los mexicanos. “Es como nuestra bandera”, asegura. “En la historia de los artistas plásticos, ninguno ha logrado generar un icono como lo logró Posada, y lo más triste es que murió en condiciones paupérrimas, al parecer de males hepáticos. Eso tampoco está muy claro. Se dice que le gustaba el alcohol, y a los que hemos escarbado en su biografía nos parece creíble”, dice el director del museo.
Los investigadores han logrado establecer que se casó con María de Jesús Vela, en 1883, sin embargo, no se sabe cuándo murió ésta ni cuánto tiempo estuvo cerca del artista después de que el matrimonio abandonara la Ciudad de León para trasladarse a La Merced, en la capital del país, donde instaló su taller.
De Posada sólo existen dos fotografías: una tomada a las puertas de su taller, en el Distrito Federal, y otra en compañía de su hijo. El menor habría muerto en 1900, a la edad de 17 años. También hay evidencia de que el artista, originario del barrio de San Marcos, tuvo varios hermanos, pero ha sido imposible seguirles el rastro.
“Yo llevo cinco años al frente del Museo y solamente una vez un joven de apellido Posada se acercó para preguntarnos dónde podría encontrar archivos documentales que le permitieran buscar los orígenes de su apellido y saber si era descendiente del maestro”, recuerda Sauceda.
Los festejos por el centenario de La Catrina inician mañana y se prolongarán hasta noviembre, y el 20 de enero próximo se conmemoran los cien años de la muerte de Posada.
El gobierno estatal propuso que 2013 sea declarado Año de Posada, por lo que tiene programado publicar dos libros sobre su vida, exposiciones en Estados Unidos y Europa, y colocar reproducciones de su obra en los pueblos mágicos del país.