Nacido un 16 de octubre de 1854 en Dublín Irlanda, Oscar Wilde, fue escritor, poeta y dramaturgo. Su amplio cátalo de obras lo coloca como uno de los dramaturgos más destacados, aunado a que fue toda una celebridad en su época.

Epigramas, cuentos, novelas, obras de teatro, poemas, ensayos, son parte del legado que dejó a las generaciones que hoy por hoy lo siguen leyendo, pero también disfrutando en adaptaciones como “El retrato de Dorian Gray”, que ha sido llevado al cine y puestas teatrales, al igual que “El Príncipe feliz”.

Y es que su narrativa iba del clásico cuento infantil, hasta el suspenso y drama, la crítica, mostrando siempre en sus obras los círculos sociales y culturales en los que se movió en su vida. Además, fue portavoz del esteticismo, realizando varias actividades literarias, ofreciendo conferencias y trabajando como periodista. También destacaba por su personalidad, su vestir extravagante, su ingenio mordaz y sus brillantes conversaciones.

Pero no todo fue gloria para Wilde, en 1895 cuando se encontraba en la cima de su carrera, un escándalo puso a la clase alta y media británica del momento en su contra, ya que su romance con Lord Alfred Douglas pondría en evidencia las preferencias sexuales de tan admirado hombre.

Lo anterior lo llevó a una serie de juicios, donde fue declarado culpable por indecencia grave y encarcelado por dos años, obligándolo a realizar trabajos forzados, sin embargo, aun en prisión escribió la carta De Profundis, un viaje espiritual de su vida. Tras su liberación se trasladó a Francia donde redactó su última obra La balada de la cárcel de Reading, pero su fama jamás floreció. Muerió en Paris indigente y muy joven a la edad de 46 años, un 30 de noviembre de 1900.

Algunas de sus obras más famosas son: El Príncipe Feliz, El fantasma de Canterville, El retrato de Dorian Gray, El abanico de Lady Windermere, Salomé y La importancia de llamarse Ernesto.