Meses después del devastador incendio que lo destruyó y conmocionó Brasil, el Museo Nacional de Río de Janeiro empieza a ser 'redescubierto' por las decenas de arqueólogos que ayudan en las tareas de reconstrucción y que bajo los escombros que aún llenan el local, encuentran miles de piezas, sorprendentemente en buen estado.
   
Una de estas arqueólogas es Maria Camardella, quien desde hace semanas ayuda en las tareas de recuperación de las obras del museo que quedaron bajo los escombros. Con apenas un cepillo y algunas herramientas propias, Camardella y sus amigos lograron recuperar fragmentos de cerámica de la pila de escombros de cerca de un metro de altura.
   
"Entre los escombros vimos cómo salía la boca de un jarrón. Era la zona en la que había las colecciones de Antropología del Museo, pero no estaba abierto a los visitantes. Había unas 300 piezas de cerámica de la Amazonía"
, comenta a Xinhua.
   
Con casi un metro de altura, el jarrón de cerámica que sobresalía de los escombros era de los pueblos que habitan en la isla de Marajó, en el estado de Pará, en plena Amazonía brasileña, desde antes de la llegada de los portugueses.
   
Hasta principios de febrero, 90 piezas de cerámica habían sido recuperadas enteras entre las ruinas del Museo Nacional.
   
Los trabajos de rescate empezaron a finales de septiembre, después de que las paredes del museo, muy dañadas, fueran apuntaladas, para evitar derrumbes. Ello permitió a los arqueólogos acceder a las primeras habitaciones con seguridad.
      
Hay escombros repartidos por el edificio y en el patio interior, aunque también hay habitaciones relativamente limpias en las que la excavación ya se ha completado y en la que los muros quemados son el recordatorio más visible del fuego.
   
Los cerca de 60 investigadores y arqueólogos que trabajan en las tareas de rescate usan cascos y máscaras para protegerse del polvo generado por las excavaciones y la remoción de escombros en carretillas.    

Una de las primeras piezas que logró ser encontrada, en octubre, fue el cráneo de Luzia, el esqueleto más antiguo de las Américas y una de las partes más conocidas de la colección del Museo Nacional.
   
Días más tarde, la institución reveló que también había encontrado el Angra dos Reis, un meteorito que cayó en 1869 en la ciudad homónima de la costa fluminense. Una de las rocas conocidas más antiguas del sistema solar, con más de 4 mil millones años, el meteorito tenía su valor estimado en un millón de dólares y no estaba expuesto a los visitantes.
   
"Pudimos recuperar materiales muy importantes. Hay piezas de la colección de Dom Pedro II con un daño mínimo, cerámica de la región andina y pueblos amazónicos, algunos en muy buen estado, material fósil con buena integridad", dijo la coordinadora del equipo de rescate, la arqueóloga Claudia Carvalho. 
   
Por el momento, se han recuperado algo más de 2 mil objetos, cifra casi irrisoria frente a los 20 millones de piezas que tenía el museo, aunque los arqueólogos, animados por los hallazgos, no pierden la esperanza de hallar miles de piezas más que deben ayudar en la reformulación del Museo Nacional.

Con información de Xinhua.