En Francia, donde desde hace 50 años la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) es legal, una abogada cansada de escuchar que las únicas voces que abordaban el tema del aborto puso manos a la obra y escribió su primera obra: Interrupción.
Interrupción cuenta en paralelo todo el proceso que Sandra Vizzavona ha recorrido durante su vida y las múltiples voces de otras mujeres que también abortaron.
El tema representado con pañuelos verdes continúa siendo tabú en varios sectores y sobre ello la escritora considera que: “El aborto en general es un tema del que no se habla porque toca el corazón de las mujeres y todo tema que toque el corazón de la mujer va a ser por inercia tabú. No hablamos de la regla, no hablamos del sexo ocasional, de nada que toque la sexualidad femenina y el aborto por definición es un rechazo a la maternidad, con lo cual es una expresión de sexualidad libre que se basa en el puro placer y no en la reproducción”.
“Tampoco hablamos porque existe una idea de que el aborto es un error que cometimos, algo que hicimos mal y por lo tanto hay culpa y necesidad de esconderlo”.
Vizzavona ahonda en las razones que la llevaron a escribir este libro durante la entrevista que concedió para Intolerancia Diario desde el otro lado del mundo:
“Tuve dos razones, la primera personal para trabajar sobre el aborto que tuve a los 16 años y escribir este libro me permitió encontrar paz con ese tema. La segunda, a nivel política estaba muy molesta y harta de que quienes hablaran del aborto fueran solamente hombres y no mujeres que hubieran abortado. Que se manejara un discurso injusto y falso de que el aborto debe ser algo doloroso, algo que comprobé que no es así, en mi segundo aborto, por ello quería retomar el orden del discurso y dar la voz a quienes se tienen que pronunciar”.
Legalizar el aborto no basta
Para Sandra Vizzavona “la reforma no debe ser dirigida por médicos” pero tampoco basta que sólo sea legal la ILE. Existen muchos factores más que se deben incluir, como garantizar a los médicos una retribución justa por su trabajo, a la par de dar garantías a las pacientes de un trato humano.
En Francia, próximamente se extenderá el número de semanas en las que se permite abortar y hay una división en el parlamento donde “algunos se oponen porque consideran que existe un riesgo para la fertilidad de la mujer en consecuencia de esto. Entonces en la lógica de estas personas hay que preservar la capacidad del cuerpo de la mujer de reproducirse en el futuro y prevalece, la idea entonces de que el cuerpo de la mujer sirve para hacer niños”.
Castigo social
Aunque desde hace cinco décadas en Francia es legal abortar, las historias de Interrupción reflejan un castigo social que viven las mujeres que llegan a los centros de salud para ejercer su derecho.
También existe una carga social paralela para las mujeres que deciden no tener hijos: “Sí existe esa exigencia de que debemos ser excelentes siempre, es una exigencia permanente por el hecho de no ser madres y por el rechazo manifiesto que supone el aborto a la maternidad”.