La noche del jueves 23 de febrero, en la plaza de toros San Marcos se unieron tres artes: la actuación, la música y el torero. La ópera Carmen, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes y la participación del matador Arturo Macías fueron la composición perfecta para una velada inolvidable.
Lucía hermosa la plaza San Marcos que casi registró un lleno y entre luces, escenarios, música, grandes actuaciones y buen toreo se desarrolló un gran espectáculo impulsado por el Instituto Cultural de Aguascalientes.
Llegado el último acto, por la puerta de cuadrillas salió vestido de blanco y oro el torero nacido en esta tierra, Arturo Macías, quien lidió un astado de San Isidro, al que recibió con largas afaroladas de rodillas, y posteriormente con verónicas mecidas y remates suaves que presagiaban una actuación de emociones. Brindó la muerte del toro a los actores principales de la ópera Carmen Solange Caignet, Rafael Negrete y Jesús Jiménez.
Luego, Macías eslabonó poco a poco una labor de reposo y entrega contagiando al público que gusta del arte en todas sus expresiones, la buenas embestidas de “Andaluz” le permitieron recrear momentos que hicieron eco en el tendido. Tandas por derecha con lentitud, detalles toreros, naturales de armonía se fusionaron en una noche de arte, de fondo la Orquesta Sinfónica interpretó la pelea de gallos y aquello se convirtió en un hervidero de pasiones.
Macías se sintió bien en casa, en su plaza, con su gente y así lo mostró en una labor de sentimiento y suavidad.
Al final mató de pinchazo y estocada, y recibió la oreja del buen astado de San Isidro, para dar la vuelta al ruedo acompañado de los artistas de la ópera. Posteriormente, acompañó a los actores en el último acto junto con su cuadrilla y al término de la gran puesta en escena recibió las palmas y el reconocimiento de público, actores, directores y todo el gran equipo de la ópera Carmen.