Uno de los hombres más alegres del equipo fue su dueño, el ruso Roman Abramovich. Desde su llegada al club en 2003, el magnate gastó más de 900 millones de euros para intentar poner al Chelsea en la cima del fútbol mundial. Habrá quienes discutan sus formas y el estratosférico costo que tuvo dicha empresa, pero el oriundo de Saratov ha logrado cumplir su objetivo.