El metal parecía seguro, pero la selección olímpica se marchará de los Juegos de Londres con otro tipo de medalla colgada al cuello, la del infortunio. España volvió a perder, esta vez contra Honduras, y se quedó sin opciones de estar en cuartos una jornada antes del final, quién lo diría. Parece inexplicable. Lo es. Nadie estuvo con España. La Rojita se marchó mandando tres balones al palo, tres, y tampoco contó con la colaboración del árbitro Juan Soto, más bien justo todo lo contrario. El colegiado nos quitó dos penaltis, muy claros, y algunos vieron en el venezolano a un familiar de Al Ghandour.

España comenzó perdiendo muy pronto y no pudo arreglarlo. Un gol de Bengston a los 7 minutos fue suficiente para Honduras, que contó con aliados de todo tipo, de madera, con un silbato colgado al cuello y también, justo es reconocerlo, con un héroe con guantes y alas. Mendoza, portero hondureño, inició su camino al estrellato.

No hizo nada del otro mundo España antes del descanso, pero pudo marcar un par de veces en sendos disparos de Mata que no entraron. La Olímpica pudo reprocharse cosas en esos primeros cuarenta y cinco minutos, pero no en la segunda mitad, donde buscó el gol por todos los caminos. Lanzó tres disparos a los palos, se topó con buenas paradas de Mendoza, una espléndida a cabezazo de Rodrigo, y el árbitro colaboró en el laberinto sin salida en el que estuvo metido España. El juego salió mal, muy mal.