Se ha marchado una de las grandes leyendas del beisbol mundial: Yogi Berra. El legendario jugador de los Yankees de New York falleció la pasada madrugada a los 90 años, uno de los hombres que cambió la historia de este deporte en Estados Unidos. Dentro del campo, se convirtió en una leyenda, siendo considerado a día de hoy uno de los mejores receptores de todos los tiempos. Pero fuera de él, también se ganó el cariño de la afición gracias a su excepcional sentido del humor, su capacidad para hacer famosas sus propias frases... y por inspirar al Oso Yogi.

Sus padres, ambos italianos de Milán, emigraron hacia Estados Unidos en 1909, en busca del sueño americano que se abría ante sus pies tras conseguir la entrada a través de Ellis Island. La familia Berra, junto a sus hijos Mike y Tony, se instaló en Sant Louis, donde años después nacerían el resto de sus hijo: John, Josie... y Lawrence.

Efectivamente, años después, ese joven niño ya nacido en Estados Unidos se iba a convertir en toda una leyenda del béisbol pese a que, como reconoció en una reciente entrevista, su familia "no sabía nada" de este deporte antes de tener que emigrar.

Lawrence Berra pronto comenzó a destacar en el béisbol, lo que le sirvió para ir formando parte de los mejores equipos de las categorías base del deporte norteamericano.

Y, precisamente en ese cominezo, iba a encontrar el sobrenombre con el que se le iba a conocer durante el resto de su carrera deportiva. Tras peder un partido, el pequeño Lawrence siempre realizaba la misma rutina en el vestuario: con la mirada perdida, y sin hablar con nadie, se cruzaba de pies y brazos para pensar sobre la derrota. Su amigo Bobby Hofman, entre risas, le dijo no entender por qué imitaba a hindú haciendo yoga.