Cuando nadie se lo esperaba, el árbitro de un partido amateur entre el Brumadinho y el Amantes, en lugar de sacar una tarjeta para amonestar a un jugador, sacó una pistola de su bolsillo.
Los jugadores visitantes le reclamaban una tarjeta roja para un contrario y, para sorpresa de todos, el colegiado sacó una pistola para drama de los que allí se encontraban.
El trencilla tuvo que ser retirado del lugar por sus asistentes, para evitar que la cosa pasara a mayores.