"La situación de vulnerabilidad de las mujeres que tienen que salir para trabajar en medio de la pandemia también potencia vicios presentes de manera sistemática", alertó la responsable del Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSG) del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría (IDHIE) de la Ibero Puebla, Ana Gamboa.
La especialista en materia de género, recalcó que en este escenario, las mujeres padecen discriminación en varias etapas.
“Si bien, la condición de pandemia causada por la enfermedad por coronavirus, da para creer en una democratización de la vulnerabilidad, en países como México, hoy se combinan condiciones de riesgo y de contagio”.
Puso de ejemplo el caso de las mujeres embarazadas y de la tercera edad, al denunciar que estos sectores de féminas fueron las primeras en ser despedidas, ente los recortes en los empleos en que se encontraban.
Ana Gamboa también señaló que las mujeres son víctimas del fenómeno que indica dar mayor prioridad a la actividad laboral masculina por encima de la femenina, lo que redunda en discriminación.
Por eso, destacó la responsabilidad colectiva, como uno de los elementos fundamentales para acabar con la violencia social.
“Se evidencia con creces que hay personas en condiciones de riesgo previas a las que hay que añadir la posibilidad de contagio”.
Para la académica de la Ibero Puebla, las personas más susceptibles de violencia doméstica son los niños, los adolescentes y las mujeres.
Además, las personas adultas mayores están sujetas a discriminación, porque no se les toma como integrantes activos de la familia.
Gamboa Muñoz, aseguró que el cruce de categorías, como argumenta el feminismo interseccional, potencian la vulnerabilidad. n.
Dijo que, las peticiones a las diferentes instancias gubernamentales tienen que ver con el apoyo económico a los Refugios para Mujeres, los cuales operan con base en apoyos privados y donativos, por eso, se solicita la operación permanente de los Centros de Justicia para las Mujeres.
El llamado a los ciudadanos y sobre todo a las mujeres, dijo la académica, es mantenerse alerta de posibles síntomas de violencia doméstica en sus círculos cercanos.
Y es que, de ser el caso, se debe procurar asistir a las víctimas de manera discreta y con apoyo de las autoridades correspondientes, “existen mecanismos desarrollados por las propias mujeres para pedir ayuda sin que su agresor se dé cuenta”.
Reveló que, el espacio privado es uno de los principales escenarios en los que se presentan los machismos cotidianos.
La asociación de las labores domésticas y de cuidado con la construcción patriarcal de feminidad genera diferencias culturales de género que derivan en diferentes grados de violencia.