Los espacios que ocupan ahora mismo las facultades que se trasladarán a CU2 serán ocupados para incrementar la matrícula de algunas facultades con alta demanda y otras actividades propias de la BUAP.

Para la rectora Lilia Cedillo Ramírez, aunque todavía no tienen previsto cómo se van a utilizar en específico, “lo que sí puedo decirles es que las facultades que se quedan en San Manuel van a poder incrementar también su matrícula y esas facultades son las que van a usar sus espacios que se van liberando”.

Por eso, dijo, “voy a poner un ejemplo, la Facultad de Administración que tiene una gran demanda en cuanto a solicitudes de aspirantes se refiere, vamos a poder proporcionarles más espacios para que puedan crecer”.

Y lo mismo sucederá con la Facultad de Derecho y con la Facultad de Contaduría, que también tienen una gran demanda, “que son de las más demandadas”.

Además, mencionó que tienen proyectado que la preparatoria Enrique Cabrera Barroso urbana, que está en San Manuel, que ya no puede crecer por cuestiones de espacio, también están pensando llevarla a CU.

Sin embargo, la administradora central de la universidad estatal poblana aclaró que, no va a ser todo al mismo tiempo, porque recordó que, en CU en San Manuel, se quedarán todavía 4 generaciones de las carreras que se van a CU2.

“Entonces poco a poco se van a ir liberando estos espacios y en la medida en que se vayan liberando serán asignados a diferentes escuelas y facultades y en este caso también la preparatoria Enrique Cabrera Barroso".

Recordar la construcción de Ciudad Universitaria

De acuerdo con Crónica Universitaria de la BUAP, la Ciudad Universitaria de Puebla, creada entre 1964 a 1969 fue la culminación de un proyecto de modernización que rompía con el molde de las viejas universidades.

Y es que, eran céntricas, claustrales y envejecidas, para crear en nuevos espacios periféricos, una comunidad de docentes y estudiantes que concretaría los ideales de la autonomía universitaria.

En la gaceta se afirma que, este territorio libre de injerencias políticas y religiosas se expresaría mediante novedosas formas de planificación urbana, arquitectura de vanguardia y acuerdos de largo alcance entre la sociedad civil y el Estado para convertir las ciudades universitarias de América Latina en punta de lanza de la renovación social.

La nueva ciudad letrada se impuso la misión de concluir el difícil trasvase del universo colonial, dependiente o subordinado a las repúblicas independientes, soberanas e industrializadas que, de Rio de Janeiro a Bogotá, pasando por Concepción o Caracas, creaban grandes complejos universitarios para mostrar su empeño de llegar, cuando antes, a la anhelada modernidad.

Cuando la ciudad de México se definía como sede paradigmática de la modernización latinoamericana, Ciudad Universitaria representó la culminación de décadas de lucha a favor de una nueva arquitectura.

Denominada como el “teatro del experimento”, CU encarna el más grande laboratorio de la arquitectura mexicana del siglo XX, considerada incluso la cuna de una nueva cultura.

Con cerca de 140 arquitectos diseñando los distintos proyectos bajo el plan maestro realizado por Mario Pani y Enrique del Moral, que incluía el trabajo de muralistas, ingenieros y escultores, el conjunto universitario logró condensar los ideales de una época y de un país. (Fernández Canales, pág. 74)

La utopía modernizante de las ciudades universitaria se impuso en México tras el indiscutible éxito del nuevo campus de la UNAM, inaugurado en 1952 de tal forma que surgieron otros proyectos consecutivos.

Entre ellos, la Ciudad Universitaria de Monterrey y la Ciudad Universitaria de Puebla, se construyeron con equipos, modelos y técnicas surgidas de aquella experiencia pionera que estaba abriendo las puertas de la meritocracia a las clases populares de la capital.

La Ciudad Universitaria se edificó en ejidos pertenecientes a San Baltasar Campeche y los terrenos de cultivo fueron expropiados una vez que se tuvo el proyecto de construcción de la Ciudad Universitaria, por tanto, al tratarse de una institución educativa de carácter público, se justificaba la utilidad pública.

La solicitud de expropiación la hizo el gobernador del estado, Antonio Nava Castillo, al Departamento de Asuntos Agrarios, además se comprometió a cubrir la indemnización correspondiente, pero de esa solicitud a la realidad faltaba mucho, se afirma en la Gaceta Crónica Universitaria.

El decreto fue firmado por el presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, fundado en el Artículo 27 Constitucional, y en el 33 y el 192 del Código Agrario vigente.

La superficie en favor del gobierno del estado fue de 102.29,79 hectáreas que resultaron de afectar a los ejidatarios, las indemnizaciones correspondían a tres grupos de terrenos abonados indemnizados con 64 mil 134 pesos; el de la señora Maura Báez, viuda de Almaráz, porque se afectó su casa, con 21 mil 110 pesos, y el de los terrenos comunes, con 3 millones 948 mil 698.94 pesos.

El plan general para elaborar los proyectos se basaría en la fuerza de trabajo de la Escuela de Arquitectura para lograr una estructura de trabajo más barata y consolidar la formación de sus egresados.

Así, para proyectar las escuelas se encargaron los proyectos a los estudiantes de Arquitectura recién egresados o que estaban terminando la carrera y el equipo estuvo conformado con parejas de arquitectos con la complementación de un calculista.