La betoficación es una declaración hecha por papa como cabeza de la iglesia, de que un siervo de dios vivió una vida de santidad y/o tuvo muerte de mártir y está ahora en el cielo. La beatificación es una sentencia no definitiva que tiende a la canonización. La beatificación permite que se le tribute culto público de veneración con ciertas limitaciones. La veneración universal está reservada para los santos canonizados.
Antes de la beatificación hay varios procesos. Primero se examina por años la vida, virtudes, escritos y reputación de santidad del siervo de dios que está en consideración. Este proceso es conducido por el obispo del lugar donde el candidato vivió o murió. Para un mártir, en este primer proceso no hay necesidad de considerar los milagros hechos a través de su intercesión.
Cuando el primer proceso revela que el siervo de dios practicó las virtudes en un grado heroico o murió como un mártir de la fe, puede comenzar el segundo proceso, llamado Apostólico, que está a cargo de la Congregación para la Causa de los Santos (uno de los dicasterios que ayudan al papa).
El rito de beatificación según nuevas disposiciones
"(‚Ķ) la canonización, que atribuye al beato el culto para toda la Iglesia, será presidida por el sumo". En cambio "la beatificación, que es siempre acto pontificio, será celebrada por un representante del Santo, que habitualmente será el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos".
Fuente: L’Observatore Romano (29 de septiembre, 2005)
El rito de beatificación tendrá lugar en la diócesis que haya promovido la causa del nuevo beato, o en otra localidad que se considere idónea para ello. Podrá tener lugar en Roma a petición de los obispos y de los actores de la causa, contando con el parecer de la Secretaría de Estado del Vaticano.
El rito de beatificación se desarrollará en la Celebración Eucarística, a menos que especiales razones litúrgicas sugieran que éste tenga lugar en el curso de la celebración de la palabra o de la liturgia de las horas.
Reconocimiento histórico a Gabriel Hinojosa Rivero
Antes de iniciar este comentario queremos manifestar un amplio reconocimiento al expresidente municipal Gabriel Hinojosa Rivero porque en su periodo como alcalde se adelantó a su tiempo, cambiando el nombre de dos calles principales que van de oriente a poniente. A una vialidad le puso Juan de Palafox y Mendoza, y a otra Juan Pablo II; unos cuantos años después y con diferencia de un mes la Iglesia los inmortaliza.
Juan de Palafox y Mendoza, patrono de Puebla
Sin duda alguna Juan de Palafox y Mendoza se convierte en el patrono de Puebla, pues su obra es inmensa:
1. La Catedral de Puebla.
2. Los túneles hospitalarios, tomada la idea de los túneles de Zaragoza, España, de donde era originario.
3. La biblioteca Palafoxiana.
4. El seminario Palafoxiano.
Era hijo de don Jaime Palafox, marqués de Ariza. Nació en Fitero (Navarra). Estudió en Alcalá de Henares y en Salamanca. En 1626 era diputado de nobleza en las cortes de Monzón y, poco después fiscal de los Consejos de Guerra e Indias. Fue ordenado sacerdote y se lo asignó capellán de María Ana de Austria, hermana de Felipe IV, a quien acompañó en varios viajes por Europa.
En 1639 fue presentado por el rey como obispo de Tlaxcala (cuya sede era la ciudad de Puebla de los Ángeles), en Madrid. Siendo confirmado por el papa Urbano VIII, el 27 de octubre de ese mismo año. Se distinguió por sus esfuerzos en la protección de la población indígena de los colonizadores españoles.
En Puebla fundó el convento de religiosas dominicas de Santa Inés. Redactó constituciones para el seminario de San Juan y erigió los colegios de San Pedro (para gramática, retórica y canto llano) y el de San Pablo (para grados académicos) al que dotó de una excelente biblioteca, hoy llamada Palafoxiana. Creó el colegio de niñas dedicado a la Purísima Concepción y dedicó sus mejores esfuerzos a terminar la Catedral, que consagró el 18 de abril de 1649.
Vacante la sede Metropolitana por la muerte de Feliciano de Vega y Padilla (1641) mientras viajaba desde Acapulco, el Cabildo eclesiástico lo eligió arzobispo de México el 12 de noviembre de 1643.
Para 1666 su cuerpo estaba incorrupto. Su proceso de beatificación, incoado en la diócesis del Burgo de Osma en 1666 y en Puebla de los Ángeles en 1688 sigue abierto. El 27 de enero de 2004 fue aprobada, por los consultores históricos de la Congregación para las Causas de los Santos, la Positio presentada por la Postulación de la Causa en los años 1998-2003. El 4 de abril de 2008 tuvo lugar, con éxito positivo, el Congressus Peculiaris super Virtutibus; el 2 de diciembre sucesivo tuvo lugar, con el mismo éxito positivo, la Congregación de Cardenales y Obispos y el 17 de enero de 2009 fue promulgado el decreto sobre las virtudes. El 26 de febrero de 2009 la Consulta Médica se pronunció a favor sobre la inexplicabilidad de la curación del párroco de Fuentemolinos, don Lucas Fernández de Pinedo, ocurrida el 29 de noviembre de 1766 y atribuida a la intercesión de Juan de Palafox. El Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos dio su parecer favorable el 27 de junio de 2009 y la Congregación de Cardenales y Obispos se pronunció por unanimidad en favor del milagro el 8 de febrero de 2010 y el papa Benedicto XVI aprobó la promulgación del decreto sobre el milagro el 27 de marzo sucesivo. Juan de Palafox y Mendoza será beatificado el 5 de junio de 2011 en la solemne ceremonia que tendrá lugar en el Burgo de Osma.
Juan Pablo II
Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005. Al poco tiempo ocurrió su primer milagro, la curación "inmediata e inexplicable" ‚Äîen junio de 2005‚Äî de la monja francesa Marie-Simon Pierre, quien sufría mal de Parkinson. La monja de 50 años, enfermera de profesión, ‚Äîsegún el postulador‚Äî se curó tras oración y peticiones a Juan Pablo II.
La actuación de Juan Pablo II en Polonia y su influencia tuvieron un peso determinante en la caída de los regímenes comunistas de Europa Oriental, coinciden numerosos historiadores.
Fue victima de un atentado el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro, tres balas disparadas por el turco Ali Agca lo hirieron en el abdomen y en la mano, en esa fecha se conmemoraban las apariciones de la Virgen de Fátima.
En sus 27 años de pontificado pasaron a la historia por los viajes apostólicos realizados en el mundo entero, incluyendo 26 países de América Latina.
Juan Pablo II se pronunció en esos años por:
1. La paz y el entendimiento internacional.
2. La defensa de los derechos humanos.
3. La promoción de una Gran Europa del Atlántico a los montes Urales.
4. La Solidaridad entre norte y sur.
5. Propició la reconciliación con los judíos.
6. La protección de la vida humana desde antes del nacimiento.
7. La reafirmación de los principios tradicionales de la Iglesia católica en el campo de la moral sexual.
8. Su firme rechazo de los métodos anticonceptivos y del uso del preservativo en un mundo donde el Sida cobraba millones de victimas.
La Teología de la Liberación, representada por el sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, mostró su molestia por el anuncio de la beatificación de Juan Pablo II.
Juan Pablo II, patrono de los empresarios
Cuando presidíamos la Concanaco (1988-1990) tomamos las siguientes iniciativas:
1. Construir un monumento al empresario caído, que fue diseñado por Jesús Corro Ferrer. Está realizado en la calle Arcos de Belén en la plaza del Comercio.
2. Crear el día del empresario, el 8 de diciembre.
3. Invitamos al papa Juan Pablo II a una reunión con los empresarios del país.
Juan Pablo II. Audiencia general
Miércoles, 27 de septiembre de 1989.
Universalidad y diversidad de la Iglesia.
1. Leemos en la Constitución Lumen gentium del Concilio Vaticano II. "Consumada la obra que el Padre encomendó realizar al Hijo sobre la Tierra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de cristo en un mismo spirit. ?âl es el Espíritu de vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna. El Espíritu Santo habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo
y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos".
Por lo tanto, el nacimiento de la Iglesia el día de Pentecostés coincide con la manifestación del Espíritu Santo. Por esto también nuestras catequesis acerca del misterio de la Iglesia con relación al Espíritu Santo se concentran en torno al Pentecostés.
2. El análisis de este acontecimiento nos ha permitido constatar y explicar ‚Äîen la anterior catequesis‚Äî que la Iglesia, por obra del Espíritu Santo nace "misionera" y que desde entonces permanece in statu missionis en todas las épocas y en todos los lugares de la tierra.
El carácter misionero de la Iglesia está vinculado a su universalidad. Al mismo tiempo, la universalidad de la Iglesia, por una parte, implica la más sólida unidad y, por otra, una pluralidad y una multiformidad, es decir, una diversificación, que no resulta un obstáculo para la unidad, sino que por el contrario le confiere el carácter de "comunión". La Constitución Lumen Gentium lo subraya de modo especial cuando habla del "don de unión en el Espíritu Santo" (n. 13), don del que participa la Iglesia desde el día de su nacimiento en Jerusalén.
3. El análisis del pasaje de los Hechos de los Apóstoles que se refiere al día de Pentecostés permite afirmar que la Iglesia, desde el inicio, nació como Iglesia universal y no sólo como iglesia particular de Jerusalén a la que se habrían unido otras iglesias particulares en otros lugares. Cierto, la Iglesia nació en Jerusalén como pequeña comunidad originaria de los Apóstoles y de los primeros discípulos, pero las circunstancias de su nacimiento indicaban desde el primer momento la perspectiva de universalidad. Una primera circunstancia es aquel "hablar (de los Apóstoles) en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse", de forma que las personas de diversas naciones, presentes en Jerusalén, oían "las maravillas de Dios" pronunciadas en sus propias lenguas, aunque los que hablaban "eran galileos". Lo hemos observado ya en la catequesis precedente.
4. También la circunstancia del origen galileo de los Apóstoles tiene, en este caso especifico, su propia elocuencia. En efecto, la Galilea era una región de población heterogénea, donde los judíos tenían muchos contactos con gente de otras naciones. Más aún, la Galilea solía ser designada como "Galilea de las naciones" y por este motivo era considerada inferior, desde el punto de vista religioso, a la Judea, región de los auténticos judíos.
La Iglesia, por consiguiente, nació en Jerusalén, pero el mensaje de la fe no fue proclamado allí por ciudadanos de Jerusalén, sino por un grupo de galileos y, por otra parte, su predicación no se dirigió exclusivamente a los habitantes de Jerusalén sino a los judíos y prosélitos de toda precedencia.
5. La apertura universal de la Iglesia quedó confirmada en el así llamado Concilio de Jerusalén, del que leemos: "Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra y dijo: ‚ÄòHermanos, escuchadme. Simón ha referido cómo Dios ya al principio intervino para procurarse entre los gentiles un pueblo‚Äô". Por tanto conviene observar que en aquel "Concilio" Pablo y Bernabé son los testigos de la difusión del Evangelio entre los gentiles; Santiago, que toma la palabra, representa la posición judío-cristiana típica de la Iglesia de Jerusalén, de la que será el primer responsable en el momento de la partida de Pedro, y Simón, es decir Pedro, es el heraldo de la universalidad de la Iglesia, que está abierta a acoger en su seno tanto a los miembros del pueblo elegido como a los paganos.
6. El Espíritu Santo desde el inicio quiso la universalidad, es decir, la catolicidad de la Iglesia en el contexto de todas las comunidades (esto es, las iglesias) locales y particulares. Se cumplen así las significativas palabras pronunciadas por Jesús en la conversación que tuvo junto al pozo de Sicar, cuando dijo a la samaritana: "Créeme mujer, que llega la hora en que, ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre... Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren".
7. Bajo la acción del Espíritu queda, por tanto, inaugurada la universalidad cristiana, que se expresa desde el inicio en la multitud y diversidad de las personas que participan en la primera irradiación de Pentecostés y, de alguna manera, en la pluralidad de las lenguas y de las culturas, de los pueblos y de las naciones, que aquellas personas representan en Jerusalén en aquella circunstancia, y de todos los grupos humanos y los estratos sociales de donde procederán los seguidores de Cristo a lo largo de los siglos. Ni para los de los primeros tiempos ni para los de los siglos sucesivos la universalidad querrá decir uniformidad.
8. San Pablo reconocía y subrayaba el hecho de que, por efecto de estos bienes regalados por el Espíritu Santo a los creyentes, en la Iglesia la diversidad de los carismas y de los ministerios se orienta hacia la unidad de todo el cuerpo. Como leemos en la Carta a los Efesios: "?âl mismo ‚Äòdio‚Äô a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo".
Saludos.
Amadísimos hermanos y hermanas:
Saludo con especial afecto a todos los peregrinos y visitantes provenientes de los diversos países de América Latina y de España. En particular, a los religiosos Terciarios Capuchinos y al numeroso grupo de Legionarios de Cristo que se disponen a iniciar sus estudios de filosofía y teología en Roma, provenientes de diversos países, principalmente de México.
Mi cordial bienvenida a esta audiencia a los representantes de la Confederación Patronal y de la Confederación de Cámaras de Comercio de México. Deseo animaros en vuestro empeño por contribuir a la construcción de una sociedad más justa, próspera y pacífica, para bien de todos los mexicanos sin distinción. Pido a Dios que os asista para llevar a cabo vuestros cometidos como profesionales, animados siempre por la esperanza de un futuro mejor para México. Por nuestra parte, vemos con buen ánimo y optimismo la nueva actitud de las autoridades mexicanas hacia la Iglesia. Os ruego que al regresar a vuestro país hagáis llegar también el saludo del papa a vuestros familiares y a los demás miembros de vuestras confederaciones. Finalmente, deseo saludar al grupo de peregrinos de Guatemala y a los integrantes del movimiento de Schoenstatt de Chile.
A todos bendigo de corazón.