Miles de personas continuaron las antiquísimas tradiciones de Todos Santos, en algunos casos de origen prehispánico, las cuales siguen fuertes y lejos de desaparecer.

En el estado existen tradiciones muy afamadas, tanto a nivel nacional como internacional, organizadas en los municipios de Huaquechula, Xochitlán de Todos Santos y San Gabriel Chilac, entre otros.

Pero también las costumbres van desde la colocación de una pequeña ofrenda en casa, pasando por la visita y serenata a sus difuntos en los panteones, hasta los monumentales altares donde no importa gastarse hasta 50 mil pesos. En todos estos pueblos clásicos de la provincia mexicana, se respiró el misticismo.

Huaquechula

Tal vez la más afamada de las tradiciones sea la del municipio de Huaquechula, donde desde el pasado 28 de octubre hasta el 2 de noviembre se colocaron 24 monumentales ofrendas o altares a las personas que fallecieron en el último año.

Para esta edición del 2011, no sólo la crisis pegará a la tradición centenaria, en la que se colocaron sólo 24 ofrendas, aunque en el poblado se registraron más de 50 decesos durante el año, sino también la “piratería” de altares.

Eugenio Reyes Eustaquio, conocido fabricante o instalador de ofrendas de la región, afirmó que cada año crecen más el número de ofrendas “pirata” en la zona, debido en gran parte por la crisis financiera de las familias.

Reconoce que los costos de los monumentales altares que llegan a medir hasta tres metros es muy alto, por lo que mucha gente prefiere hacerlos más pequeños, sin lo necesario o tradicional, para ahorrase dinero.

Según la costumbre que data del año 1450, antes de la llegada de los españoles, la fiesta principal de Huaquechula empieza desde el 28 de octubre hasta el 2 de noviembre.

Los preparativos para la celebración comienzan desde el instante del fallecimiento de un miembro de la familia. Así se colocan desde cualquier pan, hojaldras, chocolate, mole, tamales, frutas y dulces de la temporada; incluso música u otros de sus gustos como cigarros o licor.

Cuetzalan

Hay quienes siguen la costumbre de poner su ofrenda como medida preventiva, porque se dice por ahí que el espíritu de los difuntos se lleva a quienes lo olvidan.

Si bien es verdad que la muerte es vista en Cuetzalan con cierto dolor, también se asimila como algo natural, porque se considera que morir es sólo el alejamiento material de este mundo y el paso hacia un más allá.

“Cuando morimos la carne se va a dejar al camposanto, pero el espíritu no sabemos, el espíritu no muere porque es fuerte”, reza un famoso dicho de la comunidad ubicada en la Sierra Norte de Puebla, a dos horas y media de la ciudad de Puebla.

La característica principal del festejo a los muertos en este lugar turístico no es precisamente la postura de la ofrenda, sino la manera en que entierran a sus muertos al proveerlos con todo lo que necesitan durante su viaje al otro mundo, que durará siete años, después de los cuales se irán en definitiva.

En el ataúd se colocan siete granos de maíz, siete granos de frijol, siete tortillas, siete cruces de palma bendita, cera bendecida, agua bendita en un guaje y espinas para que no los molesten los malos espíritus.

Las imágenes, las velas y las ceras alumbran el camino de quienes tendrán que llegar, un caminito hecho de pétalos de flor de cempasúchil que va desde donde se tendió el muerto hasta la salida de la casa.

Chilac

San Gabriel Chilac es una comunidad situada cerca de la ciudad de Tehuacán. Esta población era popoloca de origen y después fue conquistada por los españoles.

Desde la noche del día primero se empezó la actividad acarrando, limpiando y adornando todo. El panteón se convierte en el centro de la actividad, hay flujo de ofrendas, flores, carrizos y cruces.

Los días 1 y 2 de noviembre llegan cientos de turistas a apreciar las ofrendas que los chilecos dedican a sus difuntos.

Recordar al ser querido es todo un rito, los preparativos dan inicio un mes antes de la llegada de los muertos quienes año con año arriban al tlalticpac (mundo terrenal).

Son restauradas las cruces por los artesanos de la comunidad, los cuales se postran aun lado del camposanto, en donde les espera tareas muy fuertes para dejar en buenas condiciones las cruces, y así el día del mikailhuitl, luzcan y estén bien presentables.

La población en general acude al camposanto para acondicionar el lugar en donde se encuentra la tumba, para después hacer jacales de carrizo.

El 31 de octubre es el día en la que los niños hacen acto de presencia, en los hogares esperan ya el tan anhelado encuentro, las ofrendas están listas.

“Bienvenido mi niño, aquí están tus hermanos, nosotros también estamos reunidos todos en presencia tuya. Estamos felices mi niño, prueba tus dulces, nosotros estamos junto a ti te estaremos cuidando”, dice el rezo.

El 1 de noviembre, durante la madrugada se hace una misa de intención por los difuntos, esta misa tiene una característica muy especial, la población en general acude a misa.

Desde que salen de sus hogares encienden una cera o vela la cual llevan por el camino que conduce a la iglesia, estas velas o ceras encendidas tendrán que permanecer hasta que termine la “misa de intención”, por lo que la luz local de la iglesia se mantendrá apagada.

Las rezanderas que son unas verdaderas artistas entonan las letanías al compás del armonio (instrumento de pedales).

El 2 de noviembre se constituye como la culminación del festejo y el reencuentro con sus muertos, quienes con el permiso del dios omnipotente llegaron al Tlalticpac (mundo terrenal).

Los mariachis deleitan a los que despiden para regresar al más allá, cantos plegarias y rezos se escuchan por doquier, todos se congregan en este camposanto, en donde se tiene la visita de antropólogos de varios países del mundo, así como de turistas nacionales.

Xochitlán

En Xochitlán de Todos Santos, ubicado a o tres horas de distancia de la capital poblana, esperan la tradición con aroma a incienso y flor de cempasúchil, mismo que inunda las pequeñas calles del poblado de poco más de 4 mil habitantes.

En el lugar se lleva a cabo la tradición con una muestra de vistosas ofrendas y visitas al panteón con una velada a su respectivo muertito.

La Dirección de Cultura y Turismo de dicho municipio destacó la riqueza cultural de la población, entre veladas en el cementerio, la elaboración de grandes ofrendas, con tamales de mole, ixticoco, y el pan de huevo para “acompañar” a los difuntos.

Pero lo que hace distinta a esta comunidad ubicada en la Sierra Negra de Puebla, es la “Danza de las Mascaritas”, con su variado repertorio de personajes.

La noche de este 2 de noviembre realizan una pequeña procesión por todo el pueblo, con bailes en las entradas de las casas, en espera de recibir parte de los alimentos ofrecidos en el altar de la ofrenda.

Desde el 30 de octubre por la tarde, los visitantes han podido admirar la exposición de ofrendas, que los habitantes prepararán con base a sus costumbres y tradiciones, donde estarán presentes las comidas típicas del lugar.
La elaboración de cada uno de estos altares tiene un costo que varía desde los 500 hasta los 3 mil pesos.

Este lunes 1 de noviembre se expusieron los conocidos globos de Cantolla y a la par se exhibirán globos más elaborados en los cuales se llegan a utilizar desde cuatro hasta 2 mil pliegos de papel china, dependiendo del diseño.

Mosaico de tradiciones

La conmemoración de los Fieles Difuntos se registra en todas las comunidades poblanas, desde las ciudades hasta las regiones más apartadas, sin importar condiciones sociales.

En Acatzingo, la forma en que dan la bienvenida a los fieles difuntos en este municipio, está plagada de comida típica de Puebla, así como adornos multicolores que las personas preparan con tiempo para el 2 de noviembre, día en que no importa hacer el gasto con tal de celebrarlos.

Los habitantes de esta región tienen la costumbre de ir a pasar un buen rato con sus difuntos, por lo que realizan visitas al panteón es desde las 5:00 y hasta las 18:00 horas.

En Zacapoaxtla, el cempasúchil (flor de los 400 pétalos) cubre exuberante las tumbas con su intensa tonalidad amarilla las tumbas y las ofrendas caseras.

Familias mestizas e indígenas de esta región utilizan los pétalos de esta flor para elaborar cruces siempre orientadas hacia un punto cardenal. Con las guirnaldas se adornan las cruces de madera y las portadas de las iglesias y capillas.

Para que las ánimas encuentren los altares de las casas en donde vivieron algunas familias, sobre todo en el medio rural la gente traza pequeños caminos de pétalos en las calles forman senderos amarillos que atraviesan patios, recámaras y terminan frente a los altares.

Esta tradición aún vive en municipios como Zacapoaxtla, Xochitlán de Vicente Suárez, Jonotla y más de 30 entidades de la región, una costumbre que según escribió Fray Bernardino desde hace más de 500 años.

En algunos municipios como Huehuetla, Ixtepec y la zona totonaca, es muy común observar fotografías de los muertos en el centro de la ofrenda, rodeado de largas veladoras y cirios.

En Pahuatlán, lugar que vio nacer al papel amate, hoy transforma estos pliegos floridos en murales alusivos al Thanatos. La gente utiliza el amate, fuente de ingresos de comunidades completas como la de San Pablito, para honrar a los que nos precedieron en este devenir.

En Huauchinango, en sus colonias y barrios, la gente no olvida la tradición del Día de Muertos. Ahí siguen esperando, la noche del 31 de octubre, la llegada de los difuntos, colocando un camino amarillo de flor de cempasúchil, líneas que se extienden por Tlaola, Chiconcuautla, hasta pasar por Necaxa y Xicotepec.

En los mercados de esos lugares, el olor a copal se confunde con el aroma del café, allá por Zihuateutla, donde cada vez hay menos gente, pues enfrentan algo similar a la muerte: la migración.

Mientras tanto, en Tlacuilotepec y Tlaxco los tamales y el aguardiente están listos, para que cualquier extraño pueda compartir el altar, pero siempre reservando lo dulce para los “muertos chiquitos” que llegan el día primero, los grandes para el día 2.

En Tecamachalco, el altar para el difunto es una costumbre que sigue, antiguamente se ponía en la sala de la casa, a la vista de los visitantes y amigos.

En la iglesia se coloca un altar mayor dedicado a los héroes de la Independencia de México, donde la ofrenda simboliza toda una tradición de cultura Popolaca.

Las personas que viven en San Gabriel Texzoyacan gustan de ir y llevar flores a las tumbas de sus muertos, pero para otras representa todo un rito que comienzan desde la madrugada cuando muchas familias hacen altares de muertos sobre las lápidas.

Estos altares tienen un gran significado, ya que con ellos se cree que se ayuda a sus muertos a llevar un buen camino durante la muerte, por la noche los habitantes se visten de chinolas y recitan poemas; además algunas veces realizan su tradicional baile de muertos.