“Lo que le pedimos a la virgen es que nuestros familiares crucen la frontera sin morirse, son gente buena que sólo quiere trabajar”, fue la frase de una mujer en el barrio de Cuayantla, perteneciente a la junta auxiliar de San Bernardino Tlaxcalancingo, al recibir con copal la Antorcha Guadalupana.

Con danzantes, el toque el teponaxtle y el caracol, los habitantes de la junta auxiliar colindante con las colonias más exclusivas de Puebla se reunieron para portar la Antorcha Guadalupana, símbolo de fe de los familiares de los migrantes mexicanos de 10 estados del país, que se espera llegue a la catedral de San Patricio, en Nueva Cork, el próximo 12 de diciembre.

Cirila Pérez Cuaya, con su vestimenta indígena, acompañando al símbolo guadalupano, señaló que ella tiene fe en que la virgen cuide a sus familiares, que ya no haya más muertes en la frontera y que algún día regresen para estar en su tierra.

Asimismo, dijo que está la fe y esperanza de que la situación va a cambiar para los migrantes, eso se lo han dicho sus familiares, que en estos momentos la pasan muy difícil.

Benjamín Coatl no ve a sus hijos desde hace 10 años, cuando cruzaron para el otro lado, sólo mandaron por dos de sus nietos hace cinco años, porque les habían conseguido trabajo en los restaurantes de Nueva York, pero ninguno de ellos está de manera legal.

Para Benjamín, quien ya sólo tiene una de las 10 hectáreas en las que cultivaba maíz y hoy cultiva el nopal para irla pasando, ser peregrino con la antorcha es una forma de pedirle a la Virgen de Guadalupe por sus hijos y que no los deporten, porque en Puebla la situación es grave.

Hortensia Coatl, quien regaló frutas a quienes peregrinaron por la población, señaló que desde hace 12 años lo hace, y es una ofrenda a la virgen, para pedirle que ayude a los mexicanos que son maltratados en los Estados Unidos sólo por querer trabajar.

“Este evento es un estímulo para que quienes tienen familiares en Estados Unidos acompañen la imagen de la Virgen de Guadalupe y la antorcha, que simboliza una esperanza para los connacionales. La finalidad es hacer conciencia para un mejor trato hacia los migrantes”.

Los participantes indicaron que, en el recorrido de 82 días, “tanto en México como en Estados Unidos, miles de corredores entregan alma, coraje, sudor, energía y templanza, desde la ciudad de México hasta la ciudad de Nueva York, por la fe, la tradición, la dignidad, la justicia, por las familias divididas y por el recuerdo”.

El sacerdote Arturo Luna, quien recibió la antorcha en el templo de San Diego, perteneciente a uno de los barrios de la junta auxiliar, recordó que trabajó tres años en Ciudad Juárez, y fue testigo de las carencias de los migrantes, del sufrimiento del mexicano o centroamericano que es deportado y no tiene ni qué comer.

AL respecto, expresó que es la fe en Santa María de Guadalupe la que los sostiene de pie, la que no los deja caer, además de que los une en los momentos más difíciles.

Durante una corta ceremonia antes de que los mayordomos ofrecieran un refrigerio a los peregrinos, llamó a los católicos a mantener la fe en la Virgen, y que la luz que se lleva de México a los Estados Unidos ilumine a todos para que no sólo los mexicanos, sino todos los que hayan emigrado buscando un mejor futuro, salgan con bien.

Las tradiciones presentes

La peregrinación proveniente de Atlixco llegó a la junta auxiliar poco después de las 12 del día, acompañada del tronido de cuetes y cánticos a la guadalupana del Tepeyac.

A las 14 horas, las camionetas donde viajan cinco personas de la logística, integrantes de la Asociación Tepeyac, fundada hace 18 años, que desde hace 12 organiza el recorrido, se unieron a los fieles guadalupanos y a los familiares de los migrantes.

Los danzantes —una de ellas con un gran tatuaje en la espalda— resguardaban la antorcha, encendida el 23 de septiembre en la basílica de Guadalupe.

La gente de la comunidad aún sale con los sahumerios para honrar a las imágenes que acompañan a la antorcha, entre ellas la del santo Juan Diego, canonizado por el papa Juan Pablo II.

Sigue el maltrato

La iglesia de Puebla revela que la situación de indocumentados y migrantes es grave, ya que nueve de cada 10 que acuden a las parroquias han sido asaltados y extorsionados, y muchos de ellos —según sus testimonios— son atacados por personas amparadas por Migración, Policía y autoridades civiles.

“Los indocumentados no saben a dónde acudir porque los Ministerios Públicos de los municipios están coludidos con el crimen organizado, o sea que el crimen organizado también son los Ministerios Públicos y esto es muy grave”.

Una esperanza

La Asociación Tepeyac, fundada por migrantes poblanos, se ha convertido —desde el 2001—, cuando fueron los ataques terroristas, en un interlocutor de los migrantes con el gobierno de los Estados Unidos, el cual le ha dado un reconocimiento como agrupación humanitaria.

Dicha organización ha luchado más por los derechos de los indocumentados que las instancias gubernamentales de México. Al principio se trataba de la defensa de los poblanos, posteriormente fue de mexicanos en general, y ahora no se distingue ningún país.

La agrupación se mantiene a la espera de las reformas migratoria que propone el presidente Barak Obama, de las cuales sus representantes señalan que si bien no son una solución definitiva, sí van a apoyar a los migrantes para que se vayan ambientando en las nuevas reglas.

Dicha organización ha apoyado en la repatriación de cuerpos de mexicanos que fallecieron en los Estados Unidos, y mantiene una posición humanitaria a favor de los migrantes, siendo la esperanza de estos luego de la burocracia que se presenta en las sedes diplomáticas de México en el extranjero.


El recorrido

La antorcha fue trasladada al mercado Hidalgo, donde los líderes de la 28 de Octubre mostraron la fe en la Guadalupana y pidieron el respeto a los derechos de los migrantes; además, apoyaron con víveres a los integrantes de la logística.

Por la noche, en la parroquia de La Asunción, se ofició una misa con la presencia del arzobispo Víctor Sánchez, pidiendo por los millones de mexicanos que se encuentran de manera ilegal en el territorio norteamericano.