Ahora sólo queda incertidumbre, desolación y tristeza en los rostros de decenas de empleados de la empresa Tomza, luego de una noche trágica en la zona de Chachapa, donde el fuego se llevó al menos seis vidas.
Con la llegada del sol, se descubrió la magnitud del incendio e inició el conteo de los daños en la empresa ubicada a un costado de la autopista Puebla-Orizaba.
Árboles calcinados de más de 10 metros, automóviles, entre ellos un Taxi Rápido con las llantas derretidas, pasto y maleza incinerada a más de 15 metros de una salida de emergencia que apenas se puede leer por el tizne, son mudos testigos del infierno que se vivió.
Un cartel en la entrada de la empresa, donde solicitan a un chofer y ayudante, hay seis cachorros de perro de escasos días de nacidos chamuscados pero con vida y los recuerdos de decenas de personas que corrieron para salvar su vida, ahora son parte de las pláticas entre los empleados que esperan saber su futuro.
Ahora todo está rodeado por decenas de policías estatales muy celosos de su deber, quienes vigilan a toda costa que nadie entre a la zona siniestrada sin la autorización, hasta al personal de la Procuraduría de Puebla y del área de Prensa del gobernador les fue impedido el paso.
Se habla de seis muertos, pero la cifra podría crecer hasta ocho personas, ya que hay dos empleados desaparecidos.
Hay decenas de lesionados y cientos de vecinos más fueron albergados en una noche en que Chachapa sintió el infierno de lo que es tener una zona industrial de alto riesgo.
Mientras, afuera, decenas de trabajadores se mezclan con la misma cantidad de reporteros, con quienes se miran recelosos, ya que tienen la orden de no hablar, aunque siempre existen los valientes.
La zozobra
Don Julio Morales llegó desde las 6 horas a la fábrica para saber qué había pasado con su yerno Giovany García Hernández, de 25 años de edad, luego de que pasaron toda la noche buscándolo en los hospitales.
Las horas de angustia se reflejan en cada palabra entrecortada al hablar de su yerno, quien llevaba dos años trabajando en la empresa, donde es muy popular entre sus compañeros.
Originario de Amozoc, vestido con una chamarra color azul gastada por el sol, una playera blanca con hoyos por todos lados y con pelo y gran bigote canoso, indica que lo que más le preocupa es que esté entre los muertos y, por ende, el futuro de sus nietos e hija.
“Nos dijeron que tengamos paciencia, que ahorita esperemos al Semefo (Servicio Médico Forense) para ver si está acá; no ha llegado aún”.
—¿Qué les han dicho las autoridades?
—Nada más vino el delegado (del sindicato), y que tuviéramos un poco de paciencia, que faltaban por recuperar acá; en sí, ya los tenían (los cadáveres), ya nada más esperaban al agente del Ministerio.
—¿En qué laboraba?
—Me parece que es el que recibía las pipas, las cargaba o despachaba.
Mi último día
Ericka es una de las sobrevivientes de la explosión del área de cajas de la empresa, quien tiene la suerte de ahora contar cómo logró salvarse del fuego, aunque el shock bloquea sus recuerdos.
Vestida de pants morado y gorra, la madre de cinco hijos y joven abuela de escasos 40 años de edad logró salir de entre los escombros luego de la explosión y de literalmente correr sin voltear a ver, por más de un kilómetro, como si se tratara de Sodoma y Gomorra destruyéndose y el voltear le fuera a quitar la vida.
Ahora sus recuerdos no son claros, la mente le juega y bloquea esos momentos de angustia vividos apenas 16 horas antes, y es que ahora su preocupación principal es saber qué va a ser de su trabajo: “Todo fue tan rápido que ya no me acuerdo”.
—¿Dónde estaba usted?
—En caja, pero no me acuerdo, o sea, yo no vi, porque en la caja no se ve nada, nada más escuche las detonaciones, todos corrieron, me quede ahí atorada; después me pasé a otra oficina, veía cómo todo caía, con otras dos compañeras.
“Y logramos salir, salí por la puerta de atrás, pero en sí no me acuerdo. No, no, no me acuerdo cómo fue ni cómo salimos”.
—¿Vieron las llamas?
—Sí —señala, haciendo una pausa y viendo a lo lejos, como regresando a los momentos de angustia—. Todo estaba prendido ya.
—¿Lograron salir por suerte?
—Por suerte. Todo estaba prendido. Nos pusimos unas cajas, nos brincamos un tejado, de ahí al suelo, ya todo estaba incendiándose y salimos por la puerta de acá (la principal). Yo, cuando vi la magnitud de la explosión, lo que dije es ‘quiero llegar, llegar a mi casa’, y me fui corriendo a toda la pista hasta el puente de Xonacatepec (a más de un kilómetro).
—¿Sin ninguna lesión?
—No, me duele la pierna porque me caí, me corté, pero nada más. Ya llegue a mi casa, mi esposo me estaba esperando ahí, espantados todos, y en ese momento me puse a llorar y llorar. No he podido ni dormir, estoy medio asustada.
—¿Qué les han dicho?
—Ahorita no nos han dicho nada, estamos esperando indicaciones. Todavía no nos dicen nada, no sabemos nada. Todo está muy hermético.
“El susto fue mucho, una cosa es platicarlo y otra vivirlo. En caja está todo cerrado, nada más escuchaba explosiones y explosiones. Abrí la puerta y veía cómo los cristales se tronaban, se caían las puertas. Yo pensé que aquí fue mi último día, mi último día, pero nos salimos”.
—¿Llegó a pensar eso?
—Sí —enfatizó segura—, yo decía ‘esto no puede estarme pasando. Dios mío, esto no me puede estar pasando’, cuando vimos la puerta de atrás abierta, pero las llamas que estaban, dije, de alguna manera, que ahí íbamos a quedar.
“Brinqué, me caí, no pude caer bien, me caí de espalda, no pude agarrarme bien, me pegué en la cabeza, mi compañera me dijo: ‘estás bien’. ‘Sí, vámonos’. ‘Córrele’, y fue que corrimos”.
Luego de la entrevista, Ericka, como sus compañeros, fue informada de que debía regresar al día siguiente para recibir información de su futuro ante una planta clausurada por Protección Civil.
Lo oficial
Mediante un comunicado, la Secretaría de Gobierno informó que en la “noche del infierno” se ubicó un albergue en la presidencia auxiliar de Chachapa, del municipio de Amozoc, donde se dio alojamiento a 102 personas, y la mañana de este miércoles fue desocupado.
Se informa que el material explosivo consistió en ocho pipas de 5 mil litros y ocho más de 10 mil, una pipa de 35 mil litros, 400 cilindros de 20 kilos cada uno y dos contenedores de 250 mil litros, mismos que causaron las explosiones que se escucharon. Aún no se determina la causa detonadora, por lo que las investigaciones se mantendrán de manera conjunta con la Secretaría de Energía y con el apoyo de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Una vez realizadas las investigaciones, se podrán fincar las responsabilidades a la empresa y a quien resulte responsable.
Alrededor de la media noche del martes se confirmó el levantamiento de un cadáver y fue descubierto otro durante la mañana, por lo que hasta el momento son seis los cuerpos que se encuentran en calidad de desconocidos, bajo la averiguación previa 2909/2013/Tepeaca.
Desolación, inseguridad y seis muertos dejó explosión Tomza
Ahora todo está rodeado por decenas de policías estatales muy celosos de su deber
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Jorge Castillo es un periodista poblano con 22 años de experiencia, especializado en temas de transparencia. Ganador del Premio Estatal de Periodismo en dos ocasiones por sus investigaciones que revelaron la compra irregular de helicópteros por el gobierno del ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, y la estafa de saneamiento de agua en el estado.
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