El obispo auxiliar y secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Eugenio Lira Rugarcía, demandó que se respete la dignidad de las mujeres, que en pleno siglo XXI siguen sufriendo los problemas de marginación y abandono.
Al dirigir su mensaje en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el representante de la Conferencia del Episcopado señaló que hay que agradecer a Dios el don de la mujer: “Damos gracias a cada una de ellas: a las madres, esposas, hermanas, hijas y abuelas; a las trabajadoras domésticas, obreras, campesinas, religiosas, profesionistas, voluntarias, misioneras, agentes de pastoral y a las que luchan cada día por sobrevivir y sacar adelante a su familia. ¡Gracias por comunicar y custodiar la vida! ¡Gracias por lo mucho que han aportado al desarrollo de las personas y al progreso de los pueblos!”.
Asimismo, el obispo manifestó que, a pesar de que se han dado avances en el reconocimiento de la dignidad y derechos de la mujer, muchas viven situaciones dramáticas y difíciles: discriminación, maltrato, acoso, explotación, miseria, abandono, marginación, soledad, confusión, ingratitud, falta de oportunidades educativas y laborales, violencia física, sexual, psicológica y patrimonial: “Frente a esta realidad, debemos seguir trabajando para que toda mujer sea reconocida, valorada, respetada, promovida y defendida.
“Cristo, señalaba Juan Pablo II, fue ante sus contemporáneos el promotor de la verdadera dignidad de la mujer y de la vocación correspondiente a esta dignidad”, indicó el ministro.
Eugenio Lira insistió en la importancia de la mujer: “Efectivamente, Jesús, el Hijo de Dios nacido de una mujer, que con la omnipotencia del amor venció a favor nuestro al pecado, al mal y a la muerte, nos enseña con su ejemplo y nos fortalece con el Espíritu Santo, para que colaboremos con Él en la construcción de una familia y de una sociedad mejor.
”La mujer, comenta san Agustín, es criatura de Dios, como el varón. Con esta convicción, mujeres y hombres debemos trabajar cada día en la edificación de una cultura que valore, reconozca y haga plenamente efectivo el valor de la vida, la maternidad, la identidad, la equidad y el legítimo desarrollo integral de toda mujer y de cada mujer”.
Finalmente, mandó un mensaje: “Que la Virgen Santísima interceda por todas las mujeres, para que el Señor las consuele en la aflicción, sea su compañía en la soledad, las ilumine para decidir adecuadamente, las fortalezca para seguir contribuyendo a favor de su familia, de la Iglesia y de la sociedad, y les conceda la vida eterna”.