El escritor Juan Villoro regresó, en el Tec de Monterrey, a la vieja tesis vasconcelista de la educación, pero actualizada frente al problema de la violencia. Villoro contrastó la situación entre la Colombia del siglo pasado y el México de hoy.

Habló de sus obsesiones literarias y del compromiso del periodismo para dar cuenta de la violencia con ética y apegado a la verdad.

Los asistentes —un público compuesto por jóvenes en su mayoría— llegaron preparados con ejemplares de alguna novela del escritor reconocido por la crítica, que les sirvieron a para aproximarse desinhibidamente al escritor. 

Villoro presentó su propia visión de la literatura y del país. En su papel de entrevistado, el escritor respondió la variedad de preguntas. Desde la violencia hasta las coyunturas políticas. 

Para el popular novelista Juan Villoro, la violencia no se resuelve con una mayor presencia militar, sino con educación. El autor de El disparo de Argón reflexionó sobre de qué manera la reconstrucción del tejido social puede mejorar las condiciones del país.

Por lo que Villoro atribuyó a la SEP y no a la Sedena el trabajo en materia de seguridad, porque la solución al problema no es militar, sino educativo, puntualizó el homenajeado por el Tec de Monterrey. Desenfadado y poco solemne, el escritor pidió que la violencia se combata a través de la educación y no con más violencia, tal como se viene haciendo en nuestro país.

Para el novelista, la situación que vivió Colombia es semejante la que vive México.  El escritor contrastó la política implementada para el combate de la inseguridad por el actual presidente de la República, Enrique Peña Nieto, con la de su predecesor, Felipe Calderón Hinojosa.

La diferencia para Villoro es que el priista Peña Nieto ha emprendido un conjunto de reformas estructurales, mientras que Calderón Hinojosa se concentró en medidas de carácter militar y policiaco. 

Violencia, literatura y futbol
En el mismo sentido, el autor de Once de la tribu: crónicas de rock, fútbol, arte y más dijo que los directivos de los equipos de futbol con anunciantes y las televisoras son los responsables de los hechos violentos en los estadios de futbol al cuestionar que los directivos de los equipos de futbol hacen lo que quieren con los equipos, faltándoles el respeto a los aficionados.

El escritor, que en su juventud jugó en las fuerzas inferiores de los Pumas de la UNAM, responsabilizó a los directivos de los equipos de futbol de la situación de violencia y agresiones contra elementos policiacos en el partido Chivas-Atlas celebrado la semana pasada.

Para Villoro, los hechos violentos de la semana pasada en el clásico tapatío significan que la violencia social se está catalizando en los espacios de futbol, no porque en el fútbol sea violento, sino porque los sentimientos sociales se extreman, lo que implica un nivel alto de descomposición en el país.

Además, Villoro criticó el crecimiento de las llamadas “barras” de los equipos de futbol, que presuntamente han crecido con independencia de los equipos. En el mismo sentido, el también cronista apeló a que los medios de comunicación se comporten con ética y apegándose a la verdad de los hechos, más en un clima de violencia, donde la nota “roja” prevalece en distintos medios de comunicación.

El escritor consideró que la verdadera historia del narcotráfico está en las vidas que se pierden y en las familias que pierden, bajo la violencia, a sus seres queridos. Porque, de acuerdo con Juan Villoro, autor del libro Dios es redondo, ensayos y crónicas sobre fútbol, la literatura posee un compromiso para expresar la realidad, por dolorosa que ésta sea, en un clima de violencia, y contar también las historias de las vidas, los huecos que dejan esas víctimas, de las vidas que se pierden frente a las estadísticas frías de la nota “roja”.  

Villoro estimó que a la literatura es —como siempre lo ha dicho— como una forma de la felicidad, con la fuerza lúdica que la caracteriza. El autor de la Noche Navegable consideró que la violencia que vive el país no puede comprenderse de manera aislada, simplemente como un asunto que se enfrenta con el aumento de la presencia policiaca y militar en las calles, sino que la inseguridad y la violencia también poseen componentes sociales como la desigualdad, la ausencia de expectativas de educación y hasta la ausencia de espacios deportivos. 

A juicio del escritor, esto orilla a los seres humanos que carecen de estas alternativas a dedicarse a una banda criminal. Debido a que se dejan de generar espacios para los jóvenes, negadas también en sus familias, la única manera de experimentar un sentido está en el dinero rápido que gana como “sicarios”. La falta de empleo y de desarrollo educativo, señaló el escritor, incide en el reclutamiento de jóvenes para engrosar las filas de la delincuencia organizada.