El Beato José Luis Sánchez del Río, que fue asesinado con tan sólo 14 años en México a causa de la persecución religiosa que vivieron los cristianos durante el régimen de Plutarco Elías Calles(1924-1928), será elevado a los altares por el Papa Francisco.
Así lo confirmó hoy el Vaticano al comunicar la aprobación de un milagro atribuido a su intercesión y publicar el decreto, que fue firmado en la tarde del jueves 21 de enero por el Pontífice en una reunión con el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato.
La vida del futuro Santo fue contada brevemente en la película “Cristiada”, que se pudo ver en los cines de todo el mundo hace unos años.
El Beato nació en Sahuayo, Michoacán, el 28 de marzo de 1913. Hijo de Macario Sánchez y de María del Río. José Luis fue asesinado el 10 de febrero de 1928, durante la persecución religiosa de México por pertenecer a los cristeros, un grupo numeroso de católicos mexicanos que luchó contra el régimen totalitario de Plutarco Elías Calles.
Un año antes de su martirio, José Luis se había unido a las fuerzas cristeras del general Prudencio Mendoza, enclavadas en el pueblo de Cotija, Michoacán.
El viernes 10 de febrero lo sacaron de la parroquia al mesón general del ejército federal. Le cortaron las plantas de los pies, lo condujeron descalzo por la calle Insurgentes, dieron vuelta al Boulevard y siguieron hasta llegar al panteón Municipal.
En todo el trayecto, José iba dando gritos y vivas a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe.
Llorando pero a la vez rezando por el camino, le fue señalada su tumba y poniéndose al pie de ella fue ahorcado y acuchillado por sus verdugos.
Uno de ellos, Rafael Gil Martínez, apodado “El Zamorano” lo bajó del árbol donde había sido colgado y le preguntó: ¿Qué quieres que le digamos a tus padres? y José, logró decir: ‘Que Viva Cristo Rey y que en el cielo nos veremos’.
El verdugo lleno de odio, sacó su pistola y de un tiro en la sien lo mató. Eran las 11:30:p.m. de la noche en Sahuayo, Michoacán.

 

Viaje a Roma

La Arquidiócesis de México invitó al público en general a expresar a través de una carta al Papa Francisco “todo el cariño que de tu corazón nace para él”, ante su próximo viaje a este país.
En su página de Internet, el organismo destacó que actualmente la tecnología permite estar en contacto, tanto con el jefe de la Iglesia Católica como con un presidente o un monarca.
Comentó que los reyes, los presidentes e incluso el Papa, se apoyan en las redes sociales para estar en contacto con la población y estar cercanos a quienes los quieren y buscan.
En su semanario “Desde la Fe”, la arquidiócesis dio a conocer las instrucciones en las páginas web www.siame.mx y www.desdelafe.mx para hacer llegar las cartas antes del 31 de enero a la dirección indicada y ganar un viaje a Roma para dos personas.

San Ildefonso
"Tú eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería", le dijo la Virgen María cuando se le apareció a San Ildefonso. El Santo tenía profunda devoción a la Inmaculada Concepción doce siglos antes que se proclamara el dogma. Su fiesta se celebra cada 23 de enero.
San Ildefonso, nació en Toledo (España), en el año 606. Fue educado en Sevilla por San Isidoro. Ildefonso optó por la vida monástica y con el tiempo fue elegido Abad de Agalia. En el 657 es elegido Arzobispo de Toledo y unificó la liturgia en España. Escribió muchas obras importantes sobre la Virgen María.
Cierta noche de diciembre, San Ildefonso junto a sus clérigos y algunos otros fueron a la iglesia a cantar himnos en honor a la Virgen. En eso vieron que la capilla brillaba con luz deslumbrante. La mayoría salió huyendo, excepto el santo y sus dos diáconos.
Cuando se acercaron al altar se encontraron a María, la Inmaculada Concepción, sentada en la silla del Obispo y acompañada de vírgenes que entonaban cantos celestiales. La Virgen le hizo seña para que se acercara. El santo así lo hizo y la Virgen le regaló una casulla. Ella misma lo invistió y le dijo que sólo la usara en los días festivos designados en su honor.
La aparición y la casulla fueron tan evidentes que el Concilio de Toledo fijó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. En el Acta Sanctorum este hecho aparece como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición.