Al mismo tiempo que mujeres barren el pequeño altar con mucha fe para poder tener un hijo, el templo de Santa Anita, sigue con sus puertas cerradas y el ritual se tiene que hacer en su atrio.
Cada 26 de julio, el templo recibe a centenares de personas para las celebraciones de Santa Ana, pero sólo en el atrio.
Y es que la iglesia que data del siglo XIV, ubicada en el barrio del mismo nombre, acababa de repararse tras varios años de colectas y apoyos vecinales, cuando nuevamente el sismo del 2017 afectó nuevamente su cúpula y torres.
De este modo, se cerraron sus puertas cuando tenia muy poco que finalmente habían quitado las trabes para evitar un derrumbe.
El trabajo en ese entonces se logró gracias a un movimiento social desde 2010 de los vecinos, quienes por medio de colectas, apoyos y presión a las autoridades federales, estatales y municipales, lograron que en 2014 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), aportara los 10 millones de pesos que se requerían.
Pero unos segundos aquel 19 de septiembre de 2017, echó todo abajo y nuevamente afectó la estructura de la antiquísima iglesia, la que se cerró desde entonces.
Ahora, los vecinos tal vez cansados o ante la falta de un liderazgo en el pulpito, como lo tuvo en 2011 con el sacerdote Luis Maldonado Frutos, hoy finado, ya no hay ningún esfuerzo por recuperar a la iglesia.
Sin embargo, cada 26 de julio, la fiesta de Santa Ana no desaparece, lugar a donde llegan cientos de personas a mostrar su fe en la imagen que dicen, ayuda a tener hijos a quienes no pueden.
Rolando Pérez González, secretario parroquial, señaló que a pesar del mal estado de la iglesia, miles de personas llegan cada año por el milagro de un bebé.
“Hay mucha fe, cada vez que viene una familia les pido que cuando ya estén embarazados, me den un abrazo y ese es mi motivo, muy seguido vienen con esa alegría”, dijo.
-¿No afectan los daños en la iglesia para que la los feligreses dejen de venir?-
-No, la fe, quién declina la fe, quién, uno mismo.
-¿Muchos milagros?-
-Muchos testimonios, si pudiera sacarme un pedacito de mi corazón y metértelo para que sientas y veas lo que he visto, sería hermoso.
Historia y ritual
En este templo se venera a la imagen de Santa Anita, madre de la Virgen María, desde el siglo 18.
Pero el valor de la parroquia no solo es histórico, sino también religioso, ya que cada año, cientos de mujeres llegan al templo a pedirle mediante rezos a Santa Anita, el milagro de tener un hijo.
Según la creencia, las mujeres que tengan problemas para concebir o procrear un bebé, deben acudir a pedirle a Santa Ana que interceda ante Dios por el milagro de la vida, pero para ello tienen que barrerle en los costados del altar.
Una vez que barrieron con una pequeña escobita, todo lo juntado lo deben recoger y poner en una bolsita de tela, la que junto con un cordel se coloca en el vientre de la mujer, hasta que nazca el bebé.
Desde el año 2010, Intolerancia Diario, documentó la larga travesía de feligreses iniciada por el sacerdote Luis Maldonado Frutos, quien falleció apenas unos meses antes de ver concluida la labor.
El remodelado del 16 de octubre de 2013 a los primeros días de febrero de 2014, tuvo una inversión cercana a los 4 millones 600 mil pesos.
El trabajo incluyó remozamiento de templo, capilla, casa parroquial y salones parroquiales., aunque no se conoce el monto total del dinero invertido.
Sin embargo la inversión estaba calculada en 14 millones de pesos, debido sobre todo a que los cimientos están pulverizados, por lo que no se ha hecho nada.
La historia
El Barrio y el templo de Santa Anita, nació en 1546, cuando se realizó un asentamiento de indígenas tlaxcaltecas que llegaban a trabajar en la construcción de inmuebles y viviendas para la ciudad de Puebla.
Los tlaxcaltecas pidieron que se edificará el templo, ya que provenían de Santa Ana Chiautempan, por lo que pretendían venerar a la abuelita de Jesucristo y madre de la Virgen María.
A 455 años de su fundación del templo, el 23 de noviembre del 2005, finalmente la iglesia alcanzó el título de parroquia.