Al menos tres elementos de la Policía Municipal Preventiva (PMP), los cuales el sábado 14 de septiembre circulaban a bordo de la patrulla 709, son investigados por la Dirección General para la Atención de los Delitos Relacionados con Servidores Públicos, luego de que uno de estos, al tripular en reversa la unidad oficial, atropelló a una mujer y a su hijo —que presenta problemas de autismo—, y los otros dos, por encubrir al presunto responsable, a grado tal que tras ocurrido el hecho, trataron de amedrentar a una de las testigos del percance.
La Fiscalía Especializada no habría intervenido de no ser porque, primero, un comandante que se encontraba de guardia el día de los hechos, adscrito a la base de esa corporación que se encuentra en Villa Frontera, rompió los documentos de las primeras investigaciones del caso, para que después el jurídico de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal se negara a intervenir bajo el argumento de que no había un sólo reporte del caso, aunado a que un representante de la aseguradora GNP la hizo firmar un documento con la promesa de que la iban a atenderla a ella y a su hijo y después desapareció.
Elizabeth Bonilla Hermenegildo, enfermera del ISSSTEP, estuvo en las instalaciones de Intolerancia Diario para poner en conocimiento que fue víctima, primero, de un policía municipal que la atropelló a ella y a su hijo; después, que servidores públicos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSPTM) encubrieron al sospechoso y a dos de sus cómplices; luego, que el Ministerio Público se negó a brindarle atención. “Cómo le haces esto a un servidor público”, le dijeron, por lo que tuvo que solicitar la intervención de su sindicato para que ahora sí fuera tomada en cuenta su petición de justicia.
Imprudencia, complicidad y cinismo
Elizabeth Bonilla Hermenegildo, a través del jurídico de su sindicato, presentó denuncia directa ante el procurador general de Justicia, radicada con el expediente 4319/09/PROC/13, que después fue radicada a la averiguación previa 607/2013/ECNTE/DGSP, donde narra todo lo que le ocurrió como consecuencia del descuido de un elemento de la Policía Municipal Preventiva y de dos de sus compañeros de patrulla.
Dijo que el 14 de julio, entre las 13 y 13:30 horas, cruzaba la calle con su hijo de 9 años de edad y con la señora Anabel Monarrez López, de bulevar Norte y la 18 Poniente, donde se encontraban dos coches y la patrulla —camioneta— 709 de la Policía Municipal invadía la línea peatonal. El semáforo se encontraba en rojo, alto total, y no había vehículos en todo el resto de la calle, que es bastante larga.
El semáforo de la avenida 15 de Mayo también estaba en rojo, por lo que cruzaron por detrás de los autos, cuando la patrulla 709 se hechó de reversa a alta velocidad y zigzagueando. La señora Anabel Monarrez le dijo que los elementos policíacos iban riéndose y jugando cuando alcanzaron a golpear a Elizabeth Bonilla con la parte trasera de la camioneta, por lo que la tiraron al suelo, junto con su hijo.
La señora Anabel les gritó para que se detuvieran y fue cuando el conductor de la patrulla ladeó la unidad y una llanta pasó sobre el tobillo izquierdo de la enfermera. En ese momento, su hijo se golpeó la cabeza y la nariz. La llanta se detuvo a 20 centímetros de donde estaba tendido su hijo, un poco más y le hubiera pasado por encima.
A consecuencia del golpe, Elizabeth Bonilla se mareó y no se podía levantar, pero unas personas que pasaron por el lugar le recomendaron que no se moviera, le dijeron que el niño estaba bien, mientras que uno de los policías solicitó por radio una ambulancia, llegando muchos policías que la rodearon impidiendo que los curiosos tomaran fotos.
Los policías le dijeron que sería mejor que fuera trasladada al UPAEP, donde tienen servicio por parte de su aseguradora, pero ella prefirió ser trasladada al ISSSTEP, donde la atendieron diagnosticándole fractura de maleolo medial no desplazada, mientras que su hijo presentó un esguince cervical. Al momento de canalizarla, le administraron analgésicos y antiinflamatorios, además de Diazepan, medicamentos que la pusieron aún más mareada, aunque recuerda que siempre dijo que no iba a otorgar ningún perdón.
Cerca de las 14 horas de ese día se presentaron al área de urgencias tres personas, dos de ellos se dijeron representantes de la policía y el tercero se identificó como Fernando Alberto Caceres, quien se dijo representante de GNP Seguros. Llegaron hasta la camilla donde se encontraba y ella les dijo que no iba a otorgar ningún perdón, sin embargo, le dijeron a su esposo Porfirio Pérez Zamudio que debería firmar un documento —era requisito— para que la trasladaran al hospital de la UPAEP. Ella dijo estaba mareada, así que su esposo la obligó a firmar.
Mientras a ella se la llevaban al hospital del UPAEP, a su esposo lo llevaron con engaños a la comandancia de Villa Frontera, donde un comandante le arrebató los papeles que había firmado. En ese lugar estaba el policía que la atropelló, los dos le dijeron que no iban a pagar nada, que no los conocían; de hecho, los “invitaron” a que los demandaran y de paso les dijeron que “eran muy poderosos”.
El representante de la aseguradora se desapareció y a Elizabeth Bonilla la sacaron del hospital del UPAEP sin proporcionarle atención alguna.