La novia ha aparecido espectacular por la alfombra que la dirigía hacia el altar. Con un vestido de Armani de corte sirena y escote barco con los hombros al aire, en un blanco impoluto y acompañada por su padre, ha caminado muy tensa hacia el patio del Palacio Grimaldi donde la esperaba Alberto.
El secreto mejor guardado de toda boda se ha desvelado a las cinco en punto de la tarde y, aunque no especialmente espectacular, el vestido sí era muy elegante. Ajustado perfectamente a las formas de la Princesa Charlene y bastante sencillo, el traje quedaba rematado con un precioso velo de tul y una larguísima cola.
La novia sólo ha lucido joyas en el recogido de su pelo, un moño bajo de donde salía a su vez el velo, que tapaba discretamente su cara. La cola, preciosa y muy larga, remataba el vestido corte sirena que su diseñador fetiche, Giorgio Armani, ha creado para la nueva Princesa de Mónaco.
El momento más esperado por todos, el del encuentro entre el Príncipe Alberto y su ya esposa, no ha sido como cabía esperar. A su llegada al altar ni siquiera han cruzado una mirada y aunque Alberto se mostraba más sonriente, Charlene estaba pensativa y con mirada triste hasta que ha empezado la ceremonia y ambos han intercambiado ya alguna confidencia.
Aunque guapísima, la novia no estaba radiante, ya que ha mantenido una actitud muy fría, y eso se ha reflejado en la ceremonia, que ha sido muy poco distendía debido especialmente a que en todo momento ella ha mantenido la cabeza baja y la mirada hacia el suelo. Sólo después de darse el 'oui' e intercambiarse los anillos los ya esposos se han hablado y reído juntos.
Por su parte, el Príncipe Alberto, ha escogido para el día más importante de su vida un traje militar de color blanco, el uniforme castrense de verano.
Las familias de ambos han sido parte importante en la ceremonia religiosa de este sábado. De hecho, una intérprete sudafricana ha amenizado parte del enlace y las sobrinas de Alberto, Carlota y Alejandra, hijas de Carolina; y Camila y Paulina, hijas de Estefanía, han subido a realizar una lectura en el altar frente a su tío.