El gobierno de Chile descartó que el país esté al borde de un estallido social por las masivas movilizaciones estudiantiles y los desórdenes que han protagonizado grupos minoritarios de jóvenes radicalizados.

En rueda de prensa con corresponsales extranjeros, el ministro secretario general de Gobierno, Andrés Chadwick, dijo que la inmensa mayoría del país rechaza que Chile se transforme en un escenario de violencia, intransigencia y confrontación.

“Estamos haciendo todo lo posible para que ello no ocurra”, señaló al referirse a la apertura que ha tenido el gobierno con el movimiento estudiantil, que mantiene un paro en las más emblemáticas universidades y escuelas de educación media desde hace tres meses.

Los estudiantes chilenos, que reclaman educación gratuita, han rechazado dos propuestas del gobierno para reformar el sistema educativo al considerar que ninguna de ellas responde a esa demanda y al fin del lucro en el sector.

El movimiento estudiantil ha protagonizado las más concurridas marchas que se han producido en este país desde el fin de la dictadura, en 1990, y ha generado un amplio movimiento social que respalda sus propuestas.

Chadwick afirmó que, “por desgracia”, muchas de las manifestaciones han culminado con actos vandálicos de grupos minoritarios de jóvenes encapuchados y violentos enfrentamientos con la policía de Carabineros que han dado la vuelta al mundo.

El ministro -primo del presidente Sebastián Piñera- reconoció que esos grupos no representan al movimiento estudiantil, sino que aprovechan las marchas para cometer actos vandálicos, pero “el gobierno tiene la más firme convicción de mantener el orden público”.

Consideró que el país vive un momento “tremendamente desafiante”, en el que la educación pasó a ocupar un lugar central en la agenda nacional.

“Todo mundo está de acuerdo en la educación gratuita, pero la pregunta es cómo”, agregó, tras lo cual apuntó que la propuesta del gobierno incluye financiar la educación de los sectores más pobres.

De acuerdo con Chadwick, lo que ocurre en Chile responde a las crecientes expectativas de una clase media que se ha fortalecido con el desarrollo de los últimos años y que ahora busca una educación de mayor calidad y menos onerosa para los bolsillos de las familias.

En Chile, la educación superior gratuita fue virtualmente eliminada durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y varios miles de jóvenes deben estudiar mediante créditos que consideran “hipotecas de por vida”.

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