La cadena de tiendas departamentales La Polar se ha convertido por estos días en Chile en la personificación del capitalismo financiero salvaje en perjuicio de miles de modestas familias que pagaron muy caro su acceso al mundo del crédito.

Según investigaciones de la Fiscalía, la plana mayor de ejecutivos de La Polar –que ya fue cesada y enfrenta un proceso judicial- reprogramó de manera unilateral y sin consulta alguna la deuda de casi un millón de usuarios de la tarjeta de crédito de la cadena.

La Polar, así, acabó defraudando a una de cada cuatro familias chilenas mediante un plan cuyo propósito era, para sus responsables, reducir las provisiones por riesgo crediticio en sus balances y presentar, de esta forma, mejores resultados y utilidades más altas.

El móvil está claro: los ejecutivos recibían incentivos ligados al valor de la acción y entre mejores resultados presentara la firma, mayor sería el precio de los títulos en la Bolsa de Comercio de Santiago (BCS) y más cuantiosos los bonos que ellos recibían.

Tan sólo en 2010, la cúpula ejecutiva de La Polar, conformada por 33 personas, recibió 11.7 millones de dólares en remuneraciones fijas y variables, cifra que representó el 18.2 por ciento de las utilidades reportadas por la empresa y fue cuatro veces mayor a la de 2008.

“Tenían un evidente interés personal en agregar todo el valor posible a las acciones, aún a costa de afectar, con reprogramación de créditos a altas tasas de interés, a miles de modestas familias chilenas”, dijo a Notimex el economista Francisco Castañeda.

Para el catedrático de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), este escándalo financiero –el mayor en la historia de este país- es “un acto grotesco que está en el ámbito penal y criminal; todo Chile está indignado con este capitalismo financiero salvaje”.

El mismo presidente Sebastián Piñera reconoció que “más de un millón de chilenos no fueron respetados, fueron abusados”, al anunciar esta semana la creación del Servicio Nacional del Consumidor Financiero, que se encargará de regular el negocio crediticio de las multitiendas.

El engaño contable fue de tales proporciones, que en marzo de este año las provisiones por el riesgo de la cartera crediticia ascendían en los balances a 251 millones de dólares, cifra que al ser revisada por la nueva directiva de La Polar llegó a mil 182 millones.

Con estas nuevas cifras, sin maquillaje, La Polar arroja pérdidas, según indica la investigación de la Fiscalía y la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), que presentaron cargos por los que los ex ejecutivos encaran penas de entre 541 días y 10 años de cárcel.

El masivo fraude fue propiciado por la atomizada estructura de propiedad que tienen la cadena, la cual carece de un “controlador” y cuyos accionistas son corredoras de bolsa y administradoras de fondos nacionales, extranjeros y de pensiones.

La estructura de la firma, que cuenta con 40 locales en Chile, permitió que, en la práctica, sus ejecutivos se adueñaran de la empresa, a la cual convirtieron en un emporio financiero y comercial con una pésima gestión de la cartera de crédito.

Los ex ejecutivos priorizaron la captación de usuarios de la tarjeta de crédito La Polar entre los segmento sociales medio-bajo y medio, que en Chile suman unos 2.5 millones de familias que representan al 60.0 por ciento de la población.

Al relajarse los controles de riesgo, sus modestos tajetahabientes llegaron a 1.2 millones, los cuales representan a casi la mitad de ese segmento poblacional.

Al reprogramar los créditos de más de 900 mil deudores morosos, sin consultarles, La Polar impuso a los afectados tasas de interés exorbitantes, de hasta 100 por ciento al año, además de comisiones, seguros y cargos que convirtieron esas deudas en impagables.

Abundan los casos de personas que compraron con su tarjeta La Polar televisores de pantalla LED en 600 dólares y, al retrasarse en el pago de mensualidades, el adeudamiento llegó a ocho mil dólares por cuenta de la reprogramación del crédito aplicada por la compañía.

La deuda promedio por cliente saltó de unos 870 dólares en 2007 a tres mil 270 en el primer trimestre de este año, lo que quiere decir que la cartera de alto riesgo aumentó de manera exponencial alentada por los propios ejecutivos.

Ahora se sabe de la existencia de un software o “sistema de normalización” que se encargaba de reprogramar de manera automática los créditos de los clientes morosos para evitar contabilizar esas deudas como incobrables y tener que aumentar las provisiones.

También salió a la luz que entre 2010 y principios de este año, los principales ejecutivos de La Polar vendieron acciones por 15.4 millones de dólares, al parecer anticipando la insostenibilidad de sus balances alterados y el desplome bursátil que vendría.