El Papa Benedicto XVI reconoció hoy que algunos miembros de la Iglesia carecen de la “altura moral” exigida por los valores católicos, pero aclaró que esto no modifica su obligación de predicar un mensaje de justicia y rectitud.
El mensaje del pontífice fue dirigido al nuevo embajador de los Países Bajos ante la Sede Apostólica, Joseph Weterings, quien presentó sus cartas credenciales durante una audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano.
“La Iglesia pretende promover la justicia natural cuando da voz a los que no la tienen, defendiendo los derechos de los indefensos, incluyendo a los pobres, enfermos, no nacidos, ancianos, y miembros de los grupos minoritarios que sufren una discriminación injusta”, dijo.
“Sin dejar de reconocer con humildad que sus propios miembros no están siempre a la altura de los altos estándares morales que propone, la Iglesia no puede hacer otra cosa que seguir instando a todas las personas, incluidos los que forman parte de ella, a tratar de hacer lo que está de acuerdo con la justicia y la recta razón”, enfatizó.
En su discurso, pronunciado en inglés, advirtió sobre la existencia de una “mentalidad antirreligiosa” difusa en los países occidentales, en especial en aquellos donde la ley protege la libertad de creencia de sus ciudadanos.
El pontífice afirmó que la libertad religiosa es un tema de particular preocupación para la Santa Sede porque está amenazada por prohibiciones legales en algunas partes del mundo.
Pero, señaló que otra amenaza a ese derecho constituye una “mentalidad antirreligiosa” presente en diversas sociedades, incluso en aquellas donde la libertad religiosa es protegida por la ley.
“La Santa Sede no es un poder económico o militar y el diálogo diplomático que conduce no es sobre bases confesionales o sobre temas programáticos”, dijo el Papa.
Aseguró que el diálogo que la Iglesia conduce es “sobre la base de principios de universal aplicación que son tan reales cuanto los elementos físicos del ambiente natural”.