El pontífice dirigió este lunes un mensaje de inicio de año a los embajadores acreditados ante El Vaticano, en una ceremonia en la Sala Regia del Palacio Apostólico de Roma.
Ahí expresó su apoyo a la presencia de observadores independientes en Siria para coadyuvar a la solución de las tensiones que han ensangrentado al país en las últimas semanas.
“Siento una gran preocupación por la población de los países que sufren todavía tensiones y violencias, en particular Siria, en la que espero se ponga rápidamente fin al derramamiento de sangre y se inicie un diálogo fructífero entre los actores políticos, favorecido por la presencia de observadores independientes, dijo.
Añadió que sigue con atención los sucesos en Irak, y deploró los recientes atentados ocurridos.
También calificó de “doloroso” el aumento de la violencia en Nigeria, por los atentados cometidos contra algunas iglesias en la época navideña, así como a la guerra civil en Costa de Marfil, la “persistente inestabilidad” de la región de los Grandes Lagos y a la urgencia humanitaria en los países del Cuerno del África.
Pidió a la comunidad internacional su “ayuda solícita” para encontrar una solución a la crisis que perdura en Somalia.
“Deseo saludar a Sudán del Sur que, en el pasado mes de julio, se ha constituido como Estado soberano. Me alegro de que este paso se haya dado de modo pacífico”, sostuvo.
“Por desgracia, en los últimos meses se han sucedido tensiones y enfrentamientos, y deseo que todos unan sus esfuerzos para que las poblaciones de Sudán y Sudán del Sur alcancen un período de paz, libertad y desarrollo”, agregó.
Más adelante afirmó que la actual crisis económica ha desatado la frustración de los jóvenes, sobre todo a Africa del Norte y Medio Oriente donde sufren la pobreza, el desempleo y temen la falta de expectativas seguras.
Definió a la “primavera árabe” como un vasto movimiento de reivindicación de reformas, de participación más activa en la vida política y social.
Advirtió que más allá del optimismo inicial, ahora se notan las dificultades de la transición y aseguró que el modo adecuado de continuar pasa por el reconocimiento de la dignidad inalienable de toda persona humana y de sus derechos fundamentales.
Subrayó que el respeto de la persona debe estar en el centro de las leyes, debe contribuir a acabar con la violencia y prevenir el riesgo de que la debida atención a las demandas de los ciudadanos se transforme en mero instrumento para conservar o conquistar el poder.
Por ello llamó a la comunidad internacional a dialogar con los actores de la “primavera árabe”, en el respeto de los pueblos y siendo conscientes de que una sociedad más justa va más allá de las simples elecciones.
“En Tierra Santa, donde las tensiones entre palestinos e israelitas repercuten en el equilibrio de todo el Medio Oriente, es necesario que los responsables de estos dos pueblos adopten decisiones valerosas y clarividentes en favor de la paz”, indicó.
Reconoció la iniciativa de diálogo entre ambas partes promovida por Jordania y deseó que continúe hasta que se llegue a una paz duradera, que garantice el derecho de los dos pueblos a vivir con seguridad en Estados soberanos, dentro de unas fronteras definidas y reconocidas internacionalmente.
“La comunidad internacional, por su parte, debe estimular su propia creatividad y las iniciativas de promoción de estos procesos de paz, respetando los derechos de cada parte”, estableció.